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Apoyos y oposiciones a programas presidenciales y cuasipresidenciales

La verdad del asunto es que para estas horas del partido ya no sé si voy o vengo, y resulta particularmente difícil seguir a nuestro amado señor presidente, ya que incondicional, lo que se dice incondicional del Ejecutivo no soy, pero tampoco soy opositor, y bien que mal cobro mi limosna mensual de bienestar, que si bien me llegó con años de tardanza (porque ya tengo 76 y llegó hasta hace un año), pero, al fin, llegó.

No sé qué piense su merced del problema de los tribunales federales, cuya mayoría de funcionarios están en paro al ver atacada su independencia, y tienen la aprobación de comentaristas y privados de iniciativa que dicen que nos esperan grandes desgracias por este hecho; desgracias que, como en las predicciones de Casandra, no veo que se cumplan y el dicho del primer mandatario que declara que no pasa nada y que lo único que le preocupa eran veinticinco mil del águila, de una sentencia que espera y que le da gusto que paren para que no suelten pillos.

Lo que sí reconozco que me desilusionó fue que, en lugar de consultar al pueblo bueno -como es su costumbre al afirmar que “primero los pobres”-, decidió en este caso consultar a los meros ricardos de este país, que cuando menos en sus actos ha demostrado que son sus cuachirules, eso reconozco que no me gustó. Por ello no sé bien qué pensar, qué posición tomar y más bien para que no me den en la máuser, me haré tarugo, pa’ estar como diario.

También me gusta mucho su idea de reducir el número de los diputados y senadores (a los que, por cierto, no les ha tentado un centavo de sus percepciones y ganan mucho más que él), y ahí se me hace poco reducirlos. Lo que yo sugiero y apoyaría alegremente es reducir los senadores a tres: uno para el norte, otro pa’l centro y otro para el sur y que, como todos, absolutamente todos los diputados y funcionarios, ganen menos que el presidente; y reducir a los diputados a 32, uno por entidad federativa, y mire que yo aún sigo pensando que son muchos para lo que tienen que hacer y todos con sueldo bajo.

Eso sí, para que no lloren por prestaciones, a los congresistas se les permitirá tener un sueldo base adecuado y no muy grande; una novia o novio, en su caso, para que en las largas temporadas que trabajan en la capirucha duerman calientito. Ah, eso sí, se les pagará un curso de ortografía, redacción y síntesis de textos, para que ayuden a sus quelites, damas o caballeros, en la ardua labor de legislar y así no presentarán mamotretos sino propuestas cortas.

Con ello lograremos un ahorro sustancial que permitirá instalar por todo el país trenes de pasajeros, que gustan tanto y tanto éxito han tenido, y que a mí me encantan.

@enrigue_zuloaga
 

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