Apoteosis del virtuosismo
Paganini no es genial: Paganini es monstruoso. Recrearlo dignamente exige condiciones sobrehumanas. Por ejemplo, las de Alexander Markov, solista, con el celebrado Concierto No. 1 (en Re mayor, Op. 6) para violín y orquesta, en la velada inaugural de la Primera Temporada 2019 -primero de la era de Jesús Medina Villarreal como director titular- de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, la noche del jueves en el Teatro Degollado.
Sala casi llena. Presumiblemente inducido -“ya veremos”, dijo aquél…-, por tratarse, también, del primero de la actual administración gubernamental.
La tarjeta de presentación de Medina fue la Sinfonietta, de Juan Pablo Moncayo. Medina dirigió de memoria, proyectando a músicos y público, mediante eficiencia gestual, pruebas tanto de su oficio como de dominio de la partitura.
Markov apareció en escena para el plato fuerte de la noche. Primero fue la estampa; después, la técnica y el temperamento de violinista de pies a cabeza. La orquestación, desde la larga introducción, fue impecable. Ya en el diálogo con el solista, la batuta y el ensamble respetaron el discurso, el tempo y el volumen del primero. En la cadenza del primer movimiento (allegro maestoso), sobre todo, Markov alcanzó la apoteosis del virtuosismo, lo que arrancó una ovación espontánea y cálida de la concurrencia. En el segundo movimiento (adagio expressivo), salvo algunas mínimas asperezas en los pasajes a doble cuerda, estuvo muy cerca de la perfección. Las aclamaciones del público fueron correspondidas -¡como si no hubiera habido bastante…!- con un encore que exigía una digitación no de cinco sino de veinte dedos.
La Sinfonía No. 5 en Mi menor, Op. 64, de Tchaikowsky, cerró el programa. La sala estrenó una nueva concha acústica. Quizá sea cuestión de que Medina Villarreal se familiarice con ella, porque su versión del jueves -dirigida, también, de memoria- rayó varias veces en la estridencia. Salvo contadísimos pasajes pianos, que una lectura más atenta de la partitura habría respetado, casi todo osciló entre forte y fortíssimo. Sobresalieron, en todo caso, los solos de corno -¡magistral…!- clarinete, fagot y oboe del segundo movimiento (andante cantábile).
¿Se extrañó a Marco Parisotto (director anterior de la OFJ)? Sí y no. Sí, porque es de justicia reconocerle, en gran medida, el mérito por el gran nivel musical actual de la orquesta. No, porque su sucesor aprobó su primer examen en el atril.
El programa se repite este domingo, a partir de las 12:30 horas, en la misma sala.