Ideas

Apocalipsis político mexicano

Cataclismo, destrucción y renovación. La profecía del libro del Apocalipsis es un paralelismo que describe lo que hemos atestiguado en el cierre de este eterno (eternísimo) proceso electoral y el camino que prometen seguir las nuevas administraciones.

Independientemente de quién se alce con el triunfo en la jornada, analizar las violentas campañas políticas en México permite hallar equivalencias inquietantes que reflejan un panorama similar al del caos y la lucha por el poder que están descritos en el Libro de las Revelaciones.

Porque la nueva generación de políticos ama el mesianismo. Asumirse como redentores es su carta de moda para captar votos y enfrentarse a la Bestia de su preferencia. Son ellos quienes ligan al mal contra el bien. Son ellos quienes batallan con sus molinos de viento.

El problema es que esa Bestia, ese molino de viento, regularmente se impone. Luego es éste quien los aterriza. Y si no, ahí están Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Sinaloa, donde el clima de violencia impedirá que se instalen casi 200 casillas de votación.

Inseguridad, apatía y conflictos político-sociales. Esas son las razones que hay detrás de este fenómeno. Pero esa es sólo una flor del jardín. Los asesinatos, atentados y amenazas son las plagas de esta realidad que, desde quienes aspiran a gobernar un municipio hasta los que van por la grande, se comprometieron a resolver.

Jalisco no es excepción. Volteemos a ver Jilotlán de los Dolores y Mazamitla. En el primero, tres de cada 10 habitantes no podrán votar porque no se instalará un tercio de las casillas. Y sí: la razón es que no hay condiciones para hacerlo.

La Junta Local del INE guardó mesura. Sólo advirtió que los funcionarios renunciaron al cargo y esa duda es inquietante.

Sólo basta recordar que en ese municipio no existe un Gobierno constitucionalmente electo. La localidad, vecina de Michoacán, está a cargo de un Concejo Municipal desde 2021 porque en esa elección todos salvo uno de los aspirantes renunciaron por amenazas del crimen organizado. Y a la distancia, ni los diputados se atrevieron a sesionar para convocar a una elección extraordinaria.

En Mazamitla la situación no es mejor. Jorge Magaña, el alcalde con licencia por el partido Hagamos, simplemente renunció a la contienda. Y lo hizo con su planilla entera.

Él afirma que “redescubrió que quiere enfocarse en proyectos personales y profesionales”, pero la epifanía llegó a él sólo tres días antes de los comicios. Echó a la borda la campaña entera porque, al final, descubrió que su camino está en otro lado. De nuevo, las dudas sin respuesta detrás de su decisión preocupan.

En el México actual, los asesinatos de candidatos, las amenazas a funcionarios y los enfrentamientos entre grupos rivales pintan un cuadro sombrío en donde la búsqueda del poder se convierte en un riesgo altísimo. Y, como en las visiones apocalípticas, hay gente inocente atrapada en el fuego cruzado.

Pero el último libro de Las Escrituras también aborda la redención y la promesa de una nueva oportunidad para los justos. Y es ahí donde se encuentra la esperanza de los ciudadanos: depositada en la posibilidad de un Gobierno que finalmente encare a la corrupción y las desigualdades. La redención, no obstante que las campañas estuvieron llenas de acusaciones de corrupción, compra de votos y fraudes, sí existe en cada inicio de sexenio.

El Apocalipsis bíblico y el proceso electoral son narrativas distintas, por supuesto, pero ambos reflejan la lucha humana contra la corrupción y la violencia… y la incesante esperanza de un nuevo comienzo.

Mientras que el Apocalipsis termina con la promesa de un reino renovado, la realidad política en México sigue como una obra en progreso en la que la sociedad busca desesperadamente un cambio duradero y significativo. Donde cada votante llega a la urna a cruzar a su elegido para que éste nos ayude a ingresar al reino que la democracia nos ha prometido desde que existe como forma de Gobierno.

isaac.deloza@informador.com.mx

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