Aniversario de la Constitución
El 5 de febrero en curso se cumplieron 102 años de vigencia de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que los constituyentes elaboraron tomando como modelo las constituciones de Estados Unidos de América y Francia. La Constitución de 1917 ha sufrido múltiples modificaciones a través de estos 100 años; cada Gobierno que hemos tenido le hace cambios según sus planes y programas y no es por estar mal hecha, sino para adecuarla a sus fines particulares, por la facilidad de hacerlo, porque sólo se necesita para hacer cambios la mitad más uno de los diputados y senadores presentes. En los Estados Unidos de América se requieren las dos terceras partes de los integrantes del Congreso para hacerle enmiendas a su constitución, sin cambiar su esencia, al grado de que para interpretarla se ha creado toda una especialización en derecho constitucional.
Desde fines del año 2016 que se creó la comisión para celebrar el centenario de la Constitución, se han suscitado controversias entre los que proponen que siga vigente la actual Constitución y los que proponen que se haga lo mismo que en la Ciudad de México, integrar un Consejo Constituyente que elabore una nueva constitución.
En las reformas a la Constitución se han incluido temas que no deberían estar ahí y se ha omitido incluir otros que son indispensables, por lo que la discusión de que si debe hacerse una nueva constitución o agregarle más parches a la actual, está fuera de toda cordura. Debe hacerse una nueva constitución siguiendo un procedimiento que garantice la nominación de 100 constituyentes escogidos entre las persona más preparadas y calificadas de todos los sectores sociales de la población.
Una Ley para que sea respetada debe ser conocida. La nueva Constitución debe ser clara, concisa y precisa para que todos los ciudadanos mexicanos aun los iletrados; los indígenas que no hablan español y los de capacidades diferentes la entiendan y la respeten.
Las reformas que se han hecho a la Constitución en buena parte han sido para centralizar el poder y quitarle fuerza a los estados, como en materia electoral y facultades al Congreso en el Art. 73. No obstante que en su origen es federalista. Tal vez todavía no está preparado el pueblo para tener mayor libertad estatal y municipal; díganlo si no los escandalosos robos que hicieron los gobernadores de Campeche, Quintana Roo, Chihuahua, Aguascalientes, Coahuila y Jalisco. Es tiempo de meditar si cambiando la forma de gobierno se mejoraría el control de la corrupción; por lo menos dejar en su justo tamaño las cámaras de diputados y senadores con 300 diputados y 64 senadores y en el Poder Ejecutivo tener un Vicepresidente que se dedique a los actos cívicos e inauguraciones para que el Presidente se aplique a gobernar.
Dos conceptos no deben dejar de incluirse en la nueva Constitución: la revocación de mandato, (nosotros los pusimos, nosotros los quitamos) la segunda vuelta en las elecciones presidenciales y, aprovechando el viaje, cambiarle el nombre a nuestro país como es conocido en todo el mundo “MÉXICO”, complementado con la eliminación del federalismo, con una estructura como la de Francia y no como la mala imitación que tenemos ahora de los EU.