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Andrés se fue a “La Chingada” y dejó el caos a Claudia

En 2018, con la falsa narrativa de la austeridad, Andrés Manuel López Obrador arribó a Palacio Nacional en el famoso Jetta blanco; seis años después, se ha retirado de la que fue su morada de lujo en una camioneta “machuchona”, como suele referirse el propio AMLO a los ostentosos vehículos que acostumbran usar los políticos. Es decir, se ha ido como llegó, burlándose de la gente.

Pero lo relevante es que finalmente se encuentra en el lugar a donde debió irse a descansar desde hace mucho tiempo, “La Chingada”, su finca en Palenque, Chiapas.

Más importante es que Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió el pasado martes 1 de octubre en la primera mujer presidenta en la historia de México, lo cual cobra relevancia suprema por el crucial momento que atraviesa nuestro país tras el fallido sexenio de López Obrador, quien ha entregado un país destruido a pedazos, al borde del caos, siendo que cuando él lo tomó a su cargo obtuvo una inmejorable condición para cimentarlo en sitios de privilegio de manera que pudiese generar un desarrollo constante y creciente, pero le quedó grande la responsabilidad y desaprovechó la oportunidad.

El autoritarismo y el cinismo fueron, lamentablemente, el sello característico con que gobernó el ex mandatario tabasqueño, de ahí su enorme listado de fracasos.

Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano, afirmó en una de sus más recientes publicaciones que el gobierno de López Obrador cerró con los peores resultados en materia de seguridad, justicia y Estado de Derecho, comparado con cualquier otro Gobierno que lo haya precedido.

“Este sexenio es el de mayor tasa de homicidio doloso, feminicidio, desaparición de personas, delitos que atentan contra la vida, extorsión, delitos que atentan contra la libertad, narcomenudeo, trata de personas, delitos que atentan contra la sociedad, desplazamiento forzado, robo a transporte de carga, robo de hidrocarburos, robo a negocio, violaciones y violencia familiar.

También es el peor sexenio en materia de corrupción, impunidad, transparencia, desmantelamiento institucional y destrucción de los contrapesos que hacen posible la rendición de cuentas”, sostuvo.

En esas condiciones, Claudia Sheinbaum ha tomado las riendas del país y existen elementos para confiar en que tenga los conocimientos, la disposición, la energía, la capacidad, la habilidad y la sabiduría para sacar a flote a este México tan dañado que le han puesto en sus manos.     

El lunes, en su discurso en el Congreso de la Unión, generó cierta esperanza al hablar de sus principios, sus proyectos y promesas, aunque no dejamos de lamentar los jaliscienses que ni en su discurso durante la toma de protesta ni en su mensaje en el Zócalo se escucharan proyectos o planes para Jalisco, no obstante la gran importancia que esta entidad federativa tiene en relación al desarrollo socioeconómico y el crecimiento del país.

Así las cosas, México tiene ya a su primera mujer presidenta en la figura de Claudia Sheinbaum Pardo, a quien esperamos y deseamos le vaya bien. Nadie en sano juicio puede desearle al piloto de un avión en el que vamos todos que le vaya mal. Nadie que no tenga cordura puede pedir o anhelar que haya un fracaso porque hay que pensar distinto, quizás rompiendo paradigmas y la tarea de la oposición y la tarea de la sociedad para construir no debe ser de idea, de pensar, o de buscar dinamitar los procesos de gobierno, ni desear o hacer algo que golpee o que le ponga un traspié, una zancadilla a la actividad gubernamental que debe ser en favor de México y de todos.

Sin renunciar a ser vigilantes activos de la acción gubernamental y estableciendo que se debe reconocer y aplaudir lo plausible, pero reclamar lo inadecuado o injusto y exigir legalidad, honestidad, eficacia y probidad en el servicio público, la sociedad debe reivindicar espacios y esquemas de participación sin que ello implique sometimiento, que se confunda atención y respeto institucional con sumisión o claudicación en la lucha por un México confiable, digno y seguro, en el que podamos habitar y crecer.

Esta nueva etapa del país, insisto, debe ser de transición, debe ser una transición en la que también queremos que la nueva época nos alcance a todos y a todas y que tiene señales interesantes.

Por ejemplo, hay que decir que, a pesar de la malísima señal que se dio al integrar las comisiones de recepción y despedida en la toma de protesta exclusivamente con legisladores de Morena y sus aliados, quienes tienen el control del Congreso gracias a su polémica mayoría, confiamos en que esta decisión no vino de la presidenta, siendo que no era la encargada de la logística, y creemos que ella tiene una visión diferente. Una muestra de ello es que tuvo el convencimiento de saludar con respeto a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a la ministra Norma Piña, y eso es plausible, es un reconocimiento y en ese sentido empieza bien.

Será fundamental que la presidenta Sheinbaum se deslinde lo antes posible de Andrés Manuel López Obrador, que comience a fijar posturas diferentes y a gobernar con sello propio; que termine con las divisiones entre fifís y chairos que tanto daño han hecho a nuestra sociedad, que escuche a la oposición, que tienda puentes y sea receptiva tanto con partidos políticos como con la sociedad civil organizada.

He reiterado que además de que muchos millones de ciudadanos no votamos por Sheinbaum, un enorme número de personas participando responsable y muy activamente en centenares de organizaciones cívicas como ‘Confío en México’, que trabajamos en busca de más y mejor calidad de vida y un adecuado desarrollo sociopolítico con más cultura democrática, hicimos campaña en favor de una opción distinta a la que representó la ya ahora presidenta, pues consideramos que nuestra preferencia electoral era mejor, tanto por su perfil humano como por la distancia en relación al régimen autoritario pro dictatorial, ineficaz y corrupto encabezado por López Obrador, y aunque no votamos por ella y al contrario, hicimos campaña buscando derrotarla en las urnas, estamos ofreciéndole nuestro voto de confianza por el bien del país, dándole el beneficio de la duda en cuanto a que sí habrá de gobernar en beneficio de toda la población y no solo acatando órdenes y favoreciendo a intereses oscuros que anhelan enquistarse en el poder para medrar impune y largamente.   

Ojalá esté a la altura de lo que demanda el país, porque aquí está en juego no solo el que México regrese al camino a donde se dirigía hace seis años, sino las próximas generaciones de mujeres y hombres que debieran encontrar un país que les propicie mejores expectativas de crecimiento y de vida.

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