Anarquía vial
Sobran los incentivos y razones para ser motociclista en Guadalajara. El viaje promedio de una motocicleta en el Área Metropolitana de Guadalajara es de 21 minutos. Muy por debajo de un viaje en transporte público (45 minutos), automóvil particular (34 minutos) y taxi (28 minutos). Son datos de la Encuesta Origen-Destino 2023 del Imeplan.
Tras la pandemia aumentaron los repartidores a través de apps como Uber Eats, Didi Food o Rappi. El 77% de los motociclistas usan el vehículo para trabajar. Hay una relación causal entre el alza de estos servicios y el incremento de motos.
En mi anterior columna, titulada “El calvario motociclista”, abordé el crecimiento acelerado de motos en la ciudad y su contribución a la anarquía e incultura vial en la urbe. “Son una plaga”, escucho decir a menudo, sin mucha autocrítica, a los automovilistas.
Hablé con dos motociclistas repartidores. Confesaron que se pasan los altos y “filtran” entre los vehículos porque llevan prisa. Las apps los penalizan si el pedido llega a destiempo: baja su índice de “satisfacción” ante el cliente y los bloquean hasta dos o tres horas para recibir pedidos.
Gustavo, uno de ellos, me dijo que gana mil pesos diarios por alrededor de 25 viajes en jornadas de 12 horas: “Eso no lo gano en una empresa”. Trabaja de lunes a domingo. A veces malabarea con tres o cuatro pedidos simultáneos y el reto de llegar a cada destino sin demoras.
Las “motochambitas” son la principal fuente de ingreso para la mayoría de estos trabajadores “socios” -un eufemismo que disfraza el empleo precarizado moderno-.
Esta es sólo una parte de un problema complejo que tiene su origen en un modelo económico. Pero hay otro factor determinante: la ausencia de gestión vial por parte de la Policía Vial de Jalisco a cargo de la comisaria Blanca Minerva Magaña.
La prueba irrefutable de la renuncia del Estado a la rectoría en materia de movilidad radica en el informe de multas aplicadas durante 2023 y que transparenta la Policía Vial de Jalisco en su página oficial.
Tomé cuatro tipos de infracciones a motociclistas como referencia. Comparto el total anual de multas aplicadas por cada una. Consideremos que hay 730 mil motos en el estado.
Circular en pasos a desnivel o vías prohibidas (127 multas); circular en forma paralela o entre carriles (87 multas); exceder el número de pasajeros (240 multas) y llevar un menor de edad (126 multas).
La Policía Vial no existe. Probablemente sólo existen las sanciones extralegales que, producto de la corrupción, alimentan el verdadero negocio. En el orden y la gestión vial no hay lucro.
Sin embargo, no perdamos de vista que el principal agente del caos vial en esta ciudad es el auto. En un ecosistema anárquico, las motos son apenas esos mosquitos zumbones que infestan un cuerpo enfermo.
La recurrente motofobia cochista -aderezada a veces con un sesgo clasista- ignora la paja en el ojo ajeno: los automovilistas también son campeones en incultura vial.
Se estacionan en doble fila, conducen mientras usan el celular, invaden la zona de espera de los semáforos, echan lámina a motos y bicicletas. Por ejemplo, el año pasado, la Policía Vial sólo aplicó 14 multas por invadir la zona de espera en los semáforos (espacio destinado a las bicis y motos).
Gracias a los amigos y lectores motociclistas que me escribieron para enriquecer mi punto de vista con sus argumentos. En algo coincidimos: sin Policía Vial y sometidos a la ley de la selva, la movilidad en esta ciudad es un auténtico milagro diario.
jonathan.lomeli@informador.com.mx