Alternancia y seguridad
Sin duda, el mayor reto que tendrán AMLO y Enrique Alfaro será el de cumplir su promesa de disminuir la violencia y la inseguridad, que pasa por poner freno y someter a los cárteles de la delincuencia organizada, cuyo poder corruptor y de fuego dejó, como nunca, su huella de sangre en el proceso electoral en marcha.
Si algo provocó la peor debacle electoral del PRI, además del hartazgo por la corrupción y la impunidad, fue la incumplida promesa de pacificar el país que recibió envuelto en una ola de severa violencia por las fallidas estrategias antinarco que implementó el panista Felipe Calderón, y que Enrique Peña Nieto, como candidato, prometió corregir al igual que hoy lo hace López Obrador, porque la violencia no sólo no se controló, sino que empeoró.
Durante la campaña, Andrés Manuel habló de amnistías, de hacer una guardia nacional sin definir su relación con el Ejército y con la Policía Federal, de becarios y no sicarios, de crear una Secretaría de Seguridad Pública sin aclarar si dependerá o no de la Secretaría de Gobernación. Puras generalidades. El domingo que ganó las elecciones anunció que convocaría a especialistas en Derechos Humanos, a líderes religiosos y a organismos internacionales como la ONU para diseñar un Plan de Reconciliación y Paz para México. Tuvo una reunión con su equipo más cercano donde ese fue el tema principal sin que hasta el momento se conozcan detalles de lo que ahí se acordó, más allá de que invitarán al Papa.
La pregunta ahora es cuánto tardará en definir su estrategia y cuánto en dar resultados. Él se puso un plazo de 24 meses, pero lo mencionado, incluida la estrategia social para atacar las desigualdades y la corrupción que también ve como fuente de la inseguridad y la violencia, darán frutos a mediano y largo plazo. El dilema, pues, será ver cómo empieza a bajar los índices delictivos. De no hacerlo, lo podría pagar en las elecciones intermedias.
A nivel estatal, Alfaro recibirá un Estado con uno de sus peores años en el tema delictivo, y donde han ocurrido los más grandes desafíos del narco al Estado mexicano. Tiene, pues, las mismas exigencias y plazos que AMLO. Los 10 puntos de su plan preliminar de seguridad no terminan de explicar la estrategia para enfrentar esta crisis. El escepticismo crece por los magros resultados que en esta materia tuvo a su paso por la alcaldía de Guadalajara, en donde también se dispararon la mayoría de los índices delincuenciales.
Una de las causas del fracaso del régimen priista en materia de seguridad fue sin duda la falta de coordinación entre las fuerzas castrenses y las corporaciones federales, estatales y municipales. En ese sentido habrá que ver la visión que AMLO tenga para coordinarse con los gobernadores, y cómo respondan los que están y los que llegan, como Alfaro, para sumarse o no a la estrategia. Es la seguridad, pues, el más grande reto de esta alternancia. Por el bien de todos, ojalá que acierten.
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