Ideas

Algo sobre la (¿no?) muerte del Mayor Chapultepec

Para Adriana Malvido

Olvidémonos del cariz político del tema del affaire del Bosque de Chapultepec (cosa imposible). Hay que ir a los datos  duros. Alberto Kalach y su equipo han trabajado 25 años en el bosque, han trabajado mucho por la ciudad sin cobrar un cinco sino a fondo perdido. La generosidad de K, entre sus amigos, es legendaria. En una pasmosa operación, el señor Gabriel Orozco –indudablemente un notorio artista- se fusiló sin dar el menor crédito muchas de las ideas de K y sus amigos. Es más, ni siquiera convidó al arquitecto Kalach como “consultor”. El resultado está a la vista. Las autoridades concernidas con el “proyecto” (que no es tal) hicieron y están haciendo el ridículo más estruendoso de los últimos años. Bueno, no, han sido todavía más estruendosos, dañinos y antidemocráticos, los ridículos del aeropuerto, el Tren Maya, la refinería, lo eólico, la planta de cerveza…por lo menos en cuantía y número de personas y regiones directamente perjudicadas.

Ya hay quien dice que el sexenio se acabó con la pandemia, otros dicen que con la abyecta sumisión al señor Trump. Pero, sin duda, Chapultepec es sagrado, y nadie le puede meter mano a la mala impunemente.  Nadie es nadie que se ostente con letrotas por encima del mismo proyecto, que, se insiste, se insiste, no es un proyecto sino algunas ocurrencias dibujadas sin el menor oficio (hasta donde se ha dado a conocer). Es igualmente escandaloso que tantos arquitectos chilangos y de todo México guarden un muy sospechoso silencio sobre el tema, propiciado, sin duda por la tristemente crónica incapacidad del gremio para tener cierto coraje, cierta gallardía, cierta dignidad.

Pero hay excepciones: K, Gustavo Lipkau, Juan Cordero y Jose Castillo, por ejemplo. Ellos y su banda pueden aún salvar del desastre al “proyecto” Chapultepec. Pero se ocuparía un muy decidido golpe de timón por parte de las autoridades, un noble reconocimiento de que la regaron, y gacho.

Ellos tienen la palabra.  

Pero vamos hablando de más argumentos duros: el arquitecto Mario Schejtnan ha trabajado también por años por el bosque: ¿alguien le ha pedido su opinión? Además de Mauricio Rocha y Benjamín Romano: ¿hay algún otro arquitecto de valía colaborando con el fallido “proyecto”? El tema, los temas, dan para mucho. Pero otro argumento: ya somos muchos los que estamos activamente oponiéndonos al atropello. Estamos organizándonos y probablemente pronto haya noticias que dar.

El Caballero Alto (así se llama la torre del castillo de Chapultepec), está muy al pendiente, all along the watchtower, como dijo Dylan. Desde allí se domina todo el bosque. Ojalá que el señor Orozco y su equipo atinen a subirse y descubrir desde allí esa maravilla que es Chapultepec, su trabazón urbana, sus heridas, sus posibilidades. Por ejemplo: arreglar, empezando mañana, todo el frente a la vieja calle de Madereros, o sea la actual avenida de Constituyentes, sacando por Observatorio todo el tráfico pesado, ajustando la sección, arreglando y poniendo árboles en las banquetas y dándole “porosidad” y conectividad al frente más largo y poblado del “pulmón”, como dicen los cursis. Con esa acción se beneficia directamente a millones, literalmente, de chilangos. Y es una acción que no tocaría directamente ni un metro cuadrado del bosque, sino que la actuación sería en donde debe ser.

PD. Y también seguimos peleando por la recuperación del lago de Texcoco.
 

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