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Alfaro y sus batallas en el desierto

Concluyó, sin pena ni gloria, la consulta sobre el Pacto Fiscal al mismo tiempo que se desmoronó la alianza Federalista, esta especie de rebelión simbólica de los gobernadores contra el excesivo control presupuestal y Centralismo del gobierno lopezobradorista.

La consulta no pegó. No hay sorpresa: sabíamos de antemano que era jurídicamente inútil y que no llamaría la atención de los ciudadanos. El único objetivo de la consulta, disfrazada de acto ciudadano, era mantener aceitadas las redes de promoción del voto de MC (con nuestro dinero, pero ese es otro tema). La meta interna era medio millón de votos adultos movilizados a lo largo de los cuatro fines de semana que duró el ejercicio. No se lograron, pero estuvieron cerca. Festejan, sí, que hubo más votos que en la consulta, también patito y con pregunta extraña, para juzgar a expresidentes. Ahora sí que, parafraseando al ya clásico López-Gatell, la consulta sirvió para lo que sirvió y no sirvió para lo que no sirvió.

Lo que sí es un golpe político muy fuerte para las aspiraciones de Alfaro de jugar en cancha nacional es la reunión de Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). La llamada Alianza Federalista, la de los Gobernadores rebeldes encabezada por el gobernador de Jalisco, se desmoronó. Más allá de que el mecanismo dejara de tener sentido, el hecho de que el gobernador de Jalisco haya sido el único en no acudir a la reunión a la Conago y que todos hayan celebrado la reunión con el presidente lo muestra como un gobernador que se quedó políticamente solo, librando batallas en el desierto.

Que el gobernador se haya ausentado en estas fechas -por los motivos que sean-, que no se haya quedado a cerrar él mismo la promoción de “su” consulta y que no haya asistido a la Conago para darle una muerte digna a la Alianza Federalista que impulsó con fervientes discursos y ardientes tomas de postura en redes sociales, deja en sus huestes una doble sensación de derrota. Si a eso le sumamos la hiperactividad y la sobre exposición del alcalde de Guadalajara, Pablo Lemus, que ante la ausencia del gobernador se convirtió en la figura, en la representación del poder frente a los acontecimientos recientes -el triunfo del Atlas, el deceso de Vicente Fernández, el relanzamiento de actividades en el centro de la ciudad- Alfaro deja la sensación de un abandono del poder.

Vamos a la mitad. No es tiempo de hacer maletas, sino de entender dónde está parado el gobierno. No es, ya no fue, el gobierno refundador ni Alfaro será el gobernador recordado por haber cambiado la forma de entender el poder ni el pacto federal. Hay, sin embargo, tiempo para hacer un buen gobierno, uno de esos que, sin más pretensiones, entregan el Estado un poco mejor del que lo recibieron. Si sirve de consuelo, eso y solo eso esperamos la gran mayoría de los gobernados.

No es, ya no fue, el gobierno refundador ni Alfaro será el gobernador recordado por haber cambiado la forma de entender el poder ni el pacto federal.

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