Ideas

Alfaro enfrenta a AMLO: ¿hay ganancia?

Efectivamente, la ciudad de Guadalajara registró manifestaciones violentas en el Centro Histórico como seguramente no se habían visto desde el año 2004, cuando chocaron en aquel entonces policías de Guadalajara y estatales contra los llamados “globalifóbicos”, que protestaban en el marco de la visita de los jefes de Estado por la Tercera Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea.

Aquella, sin embargo, era bastante predecible. Las movilizaciones de los globalifóbicos tenían lugar en todo el planeta.

Lo que ocurrió el pasado jueves 04 de junio fue una sorpresa tan manifiesta, que durante un par de horas los manifestantes atacaron el Palacio de Gobierno sin que ninguna autoridad les opusiera resistencia. La certeza de que todo había salido de control quedó clarísima cuando las patrullas de la Policía estatal ardían a las puertas mismas de Palacio.

Entre las muchas aristas de análisis que ofrece el episodio y lo que sucedió después, en las manifestaciones más pequeñas del viernes 5 y el sábado 6 de junio, la del ejercicio político y la confrontación entre el gobernador Enrique Alfaro Ramírez y el Presidente Andrés Manuel López Obrador, es de las más llamativas y comentadas.

Escribió Nicolás Maquiavelo en ese clásico que es “El Príncipe”, una frase que da luz al episodio: “El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente”.

La movilización ocurrida la semana pasada no debe olvidarse, no es resultado sólo de la intriga que se cultiva en los “sótanos del poder”. Es totalmente cierto que había infiltrados. El gobernador Enrique Alfaro tiene razón cuando dice que los jaliscienses no se manifiestan con ese grado de violencia. Hubo personas que por intereses desconocidos pero que podemos suponer fácilmente, estuvieron esa tarde en el corazón de la ciudad y participaron en los ataques a edificios públicos y propiedades privadas.

Pero también es verdad que se combinaron factores que deben considerarse: el malestar generado por el largo aislamiento decretado debido a la pandemia del coronavirus; el enfado creciente por la prohibición y lenta reapertura de la economía y el comercio; los mensajes constantes entre autoridades locales y federales, que se contradicen y contribuyen a la incertidumbre. Y varios fenómenos más que hicieron del ambiente social una olla de presión.

Queda claro que las autoridades locales están muy ocupadas y no detectaron el mal cuando nació. Otros, decididos a provocar el estallido, supieron muy bien estimular donde era necesario. Y el episodio imperdonable de la muerte de Giovanni López Ramírez en Ixtlahuacán de los Membrillos les brindó la oportunidad que esperaban. 

¿Qué es lo que queda al paso de las protestas? Hay de todo, como en botica. Alfaro Ramírez y López Obrador ganan y pierden; el respaldo de siete gobernadores al mandatario jalisciense es una clara señal.

Pero para los ciudadanos, debe quedar la certeza de que es indispensable involucrarse en la vida pública. Si abandonamos esos espacios, otros los ocuparán.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando