Alfaro: el gobernador y su circunstancia
El problema de los errores en política es que nunca sabes cuándo te cobrarán la factura. Lo más normal es que la temporada de pago sea en las campañas, pero no siempre es así. Un error aparentemente menor (al grado que muchos pueden ni siquiera considerarlo así) se hace grande por no reconocerlo como tal y explota en una coyuntura que nadie puede prever. El desencuentro del gobernador Alfaro con la agenda feminista tiene mucho de esto, pero para tratar de entender mejor vamos de adelante hacia atrás.
El brutal asesinato a puñaladas de una mujer frente a Casa Jalisco fue algo tan imprevisible como impensable. Evidentemente el gobernador no podía haber hecho nada para evitar la actuación de un loco. Nadie es capaz no digamos de prever, de imaginar, que un conflicto matrimonial terminaría con el asesinato de Vanesa N a plena luz del día por parte de un marido desquiciado que fue sometido y muerto por un agente de la Fiscalía que se lanzó en defensa de la mujer asesinada.
Ahora sí que, parafraseando a Ortega y Gasset, un gobernador es él, su equipo y su circunstancia.
El hecho, en sí mismo lamentable, no hubiese pasado de un feminicidio, tristemente uno más, y el lugar del suceso no habría sido relevante si antes no se hubiese dado la discusión sobre la desaparición del Instituto Jalisciense de las Mujeres y aún eso no habría sido de la dimensión que fue si no se hubieran presentado las actitudes de sordera e imposición por parte del equipo de Gobierno, el partido del gobernador y del mismo Enrique Alfaro. Pero, sobre todo, si se hubiera atendido con seriedad, desde gobiernos anteriores y en éste, el tema de los mecanismos de protección a mujeres violentadas.
Ayer durante la manifestación vimos a un gobernador armado de paciencia escuchando reclamos e insultos, pero también atribulado y falto de respuestas. El cambio más importante que podía hacer ya lo hizo, que fue transformar la Secretaría de Inclusión Sustantiva es un ministerio que atiende sólo la agenda de mujeres. Hoy lo único que puede hacer para calmar las aguas es dar resultados y me temo que, aunque obtenga los mejores, esto es que reduzcan significativamente el número de feminicidios, hoy lo más complicado es restablecer la confianza.
Un político puede decidir cuándo participar y cómo en un contienda electoral, pero ninguno escoge la circunstancia en que gobierna. Saberse adaptar y conducir el barco para llevarlo al puerto deseado aun en circunstancias adversas es lo que distingue a un buen político del que no lo es. La violencia y el tema de las mujeres han marcado el arranque de sexenio de Alfaro que, muy a su pesar y contra lo que estaba acostumbrado, ha sido incapaz de poner los temas de discusión y de conducir la conversación política. Son esto momentos los que decantan a un Gobierno. Literalmente veremos de qué están hechos. Ahora sí que, parafraseando a Ortega y Gasset, un gobernador es él, su equipo y su circunstancia.
(diego.petersen@informador.com.mx)