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Alfaro: dos años de continuismo

Como es usual en los rituales de presentación de informes de gobierno, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez entregó ayer ante los diputados del Congreso del Estado su segundo informe de gobierno, con un tono plagado de optimismo y cierto triunfalismo que parece no corresponder con las dificultades para ganarse el sustento que atraviesa la mayoría de la población y en un contexto donde la violencia organizada sigue cobrando un alto costo en vidas, desaparecidos y una crisis forense que lastima a miles de familias que buscan a uno de los suyos. 

Como se sabe, el segundo informe de gobierno de la actual administración ocurre en un contexto de crisis marcado por la emergencia sanitaria derivada de la pandemia por el COVID-19. Pero incluso el tema de la pandemia fue aprovechado por Alfaro presumir sus acciones y compararse con las acciones de otros gobernantes el país: “En la pandemia hemos sido solidarios todos, los jaliscienses pusimos un ejemplo nacional”, según el gobernador cuando justo en estas semanas se tienen las mayores tasas de contagio y defunciones en el Estado.

Merece destacarse que el discurso de la refundación del Estado casi no se enunció ante los diputados locales y apenas aparece en cinco ocasiones en el documento escrito de 549 páginas.

Como se recordará, al arranque de su gobierno, Alfaro prometió que su gobierno haría historia porque se proponía la refundación de la vida pública del Estado, incluso mediante un congreso constituyente que redactará una nueva Constitución política del Estado.

Pero transcurrido un tercio de su mandato la llamada refundación de la vida política del Estado con instituciones públicas refundadas y rediseñadas es un discurso que no se corresponde con la terca realidad que muestra a un gobierno más parecido a lo que han hecho gobiernos anteriores tanto de los partidos Acción Nacional (PAN) como Revolucionario Institucional (PRI).

Si se hace un repaso a las políticas económicas, sociales, inversión pública y trato hacia los grupos críticos y disidentes y hacia los movimientos sociales, veremos que el gobierno de Alfaro tiene más de continuidad que de transformación de los gobiernos que lo antecedieron.

La economía de este Estado sigue el canon liberal de convertir al gobierno en mero gestor de la inversión privada para que las empresas produzcan empleo y a través de éste las familias se ganen el sustento. Y la aplicación de este modelo en las pasadas dos décadas ha estado basado en la explotación de una mano de obra con bajos salarios y con retrocesos notables en la seguridad social. 

Merece destacarse que  el discurso de la refundación del Estado casi no se enunció ante los diputados locales y apenas aparece en cinco ocasiones en el documento

En el Jalisco de Alfaro la matriz económica sigue siendo un modelo de producción industrial y agropecuaria orientada hacia el mercado externo. Las principales dinámicas de exportación provienen de la industria electrónica y de la agroindustria que dejan enormes externalidades ambientales y sociales tanto en Zona Metropolitana de Guadalajara como en el campo jalisciense.

No hay, ni por asomo, un cuestionamiento a este modelo que cambia radicalmente el horizonte de amplias franjas campesinas con la irrupción de los invernaderos y sus techos plastificados que no sólo afectan el paisaje sino la vida campesina tradicional, al convertir a productores independientes en rentistas de la tierra y muchas veces en nuevos jornaleros asalariados dependientes de empresas extranjeras. 

A esto se añade un conjunto de megaproyectos extractivos que están causando afectaciones en decenas de localidades del Estado, con proyectos como gaseoductos, plantas distribuidoras de hidrocarburos, plantas fotovoltaicas, hidroeléctricas, termoeléctricas y plantas eólicas, entre otras, que han generado la resistencia y defensa del territorio en varias comunidades. 

Y a pesar del cambio del discurso, el patrón de relación con los movimientos sociales y luchas urbanas ha cambiado poco o nada en el actual gobierno. La mayoría de las protestas sociales son desdeñadas o incluso reprimidas y perseguidas. 

En resumen, es imposible no percibir que más que refundación el sello de dos años de gobierno de Alfaro ha sido el continuismo con las políticas económicas y sociales basadas en el modelo de libre mercado y gobiernos al servicio de la inversión de capital. 

Y entre otras cosas, esto es así porque parece ser que el empeño de Alfaro se ha puesto en conseguir reflectores nacionales que lo coloquen como posible candidato presidencial para 2024. En esto sí ha puesto empeño el gobernador y de ahí su polémica y confrontación con el gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador y su discurso orientado hacia un supuesto nuevo federalismo, con el que se ha aliado a otros gobernadores del país, también opositores a la Cuarta Transformación. 

El proyecto político de Alfaro, su grupo político y de un grupo empresarial que lo respalda, podrá beneficiarlos a ellos, pero en nada sirve al propósito de que los jaliscienses tengamos una vida digna. Menos con la continuidad de las políticas que ha seguido en sus dos años de gobierno.

rubenmartinmartin@gmail.com

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