Ideas

Alcalde electo

Guadalajara ya tiene un nuevo alcalde, electo. Su triunfo electoral fue precedido de notables aciertos en su encargo anterior, lo cual le permitió contender por Guadalajara, y ganar. Esa trayectoria permite a la ciudadanía tapatía plantearse diversas cuestiones.

¿Se acabará por fin el corrupto negocio de pavimentar y repavimentar calles con asfalto del más corriente, que cobran por el más caro, y que al primer aguacero fructifica en incontables baches? ¿Se controlará a los beneficiarios de las infinitas torres de departamentos que se construyen, sin que los desarrolladores asuman compromiso alguno en materia de servicios y vialidades? ¿Resolverá el nuevo ayuntamiento los diversos problemas del subsuelo tapatío, generados por las fugas de agua y productores de socavones y reblandecimientos? ¿Se podrá recuperar el sueño dorado de una sola Guadalajara, en lo que se refiere a la calidad de los servicios?

Los casi 188 kilómetros cuadrados del municipio de Guadalajara están ya por completo cubiertos, pero no necesariamente habitados, tampoco urbanizados de manera uniforme. Guadalajara, como muchas otras ciudades, experimenta desde hace años el fenómeno de la desfocalización, es decir, el abandonó social de los centros históricos, lo cual ha dejado en la Guadalajara originaria más de mil casas abandonadas, sin que a la fecha pueda recuperarse un programa, tan criticado por efectivo, como fue el que renovó el barrio de Mexicaltzingo, y que fue exitoso en muchas otras ciudades de México. Al final, sólo el Centro Histórico de Guadalajara permanece abandonado, fuera de la cruz de plazas; de cualquier modo, llegar hoy día al centro es igualmente complicado debido al irracional manejo de las vialidades que ahí se impuso.

¿Podrá el nuevo gobierno negociar con los egoísmos inmobiliarios del Centro Histórico, para lograr su rescate integral? ¿Se podrá igualmente sobreponer a la vanidad política que ha impedido reconocer y, por lo mismo, corregir los errores cometidos en pasadas administraciones?

El paternalismo caciquil de la política mexicana sigue siendo fuente inagotable de fracasos y prolongación de yerros que paga invariablemente la ciudadanía. En el momento actual ninguna autoridad por muy capaz que se crea, puede resolver los problemas de la ciudad sin la ciudad, no se trata de seguir aparentando que se consulta al ciudadano, se trata de involucrarlo realmente en la búsqueda de respuestas y en el sostenimiento de soluciones.

¿Podrá el nuevo alcalde recuperar la Secretaría de Vialidad que, en estos años, en el mejor de los casos, ha estado simplemente ausente de la vida ciudadana? ¿Se instaurarán, como antaño, los programas cotidianos de educación cívica y, sobre todo, vial, que libere poco a poco a nuestra ciudad del incontable número de cafres y barbajanes que por ella conducen todo tipo de vehículos, lo mismo públicos que privados, de modelos atrasados o de autos de súper lujo? ¿Podrá la autoridad comprometer en este urgente asunto a las innumerables universidades que aquí existen?

No nos gustaría oír la excusa de siempre: “nadie puede arreglar problemas de tanto tiempo, en dos o tres años”, más bien esperamos que por fin se comience a dar solución a estas realidades, por más que el fruto ya maduro deba tardar.

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