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“Al maestro con cariño”… leyenda urbana

Recién pasó el Día del Maestro. Aunque menos festiva que otras, la jornada del 15 de mayo es sin embargo una de las fechas más recordadas por los mexicanos… por los menos hasta las recientes generaciones. Los docentes todavía alcanzan una nota al margen en la agenda de la presidencia del país, de los gobernadores y de los poderes establecidos.

En este 2022, la noticia es que en su día, a los profes les hizo justicia la Cuarta Transformación: recibirán aumento de sueldo. Y la versión no fue un rumor de WhatsApp, sino una declaración oficial en la máxima tribuna informativa de la república, la rueda de prensa mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Hasta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público apareció en los titulares informativos, al declarar que para sostener el aumento de sueldo de los profesores, el país destinará 25 mil millones de pesos al año para ese rubro. Los beneficiarios serán poco menos de 1.2 millones de trabajadores del sector educativo.

¿Buena noticia? Pues sí… pero sólo por el día, porque si se hace una revisión de las condiciones normales de trabajo de los docentes en el país, pues apenas se trata de un gesto cordial que no les hace justicia. En México, números gruesos, trabajan un millón 700 mil maestros de educación básica. Así que para tener un diagnóstico más detallado y real de nuestro sistema educativo, todavía debe agregarse a quienes trabajan en las escuelas privadas, en la educación media superior (las prepas) y en las universidades. El universo de los maestros y maestras es mucho más amplio.

Pero si nos limitamos a considerar a quienes son profes de preescolar, primaria y secundaria, nos podemos enterar de algo sorprendente: el salario promedio para todos ellos apenas rebasa los 14 mil pesos mensuales.

¿Mucho o poco? Para millones de mexicanos es mucho. Por más que trabajan y se esfuerzan, no los ganan.

Pero para los docentes (ellos y ellas) es poco. Casi un insulto si se comparar con sus obligaciones y las expectativas que se tiene de su desempeño. Dígase con todas sus palabras: los profes tienen la obligación de educar a los jóvenes. Formarlos para que se conviertan en ciudadanos; al terminar la secundaria, se espera que los adolescentes sepan leer y escribir en su idioma; comprender y expresarse. Se espera que sepan lo más elemental de la Historia patria; que conozcan de matemáticas elementales; que hayan adquirido las nociones civismo y otras ciencias que les den una base suficiente para sumarse, en poco tiempo, al sector productivo de la población y se conviertan en ciudadanos “de bien”.

Ese trabajo es responsabilidad de los maestros. Sólo que ellos se enfrentan, igual que sus estudiantes, a las carencias en infraestructura (una escuela con instalaciones sanitarias, aulas, electricidad e internet, es más bien la excepción), los programas educativos siempre en discusión y la falta permanente de recursos.

Los grupos para cada docente son de 40 o más estudiantes y en un porcentaje mayoritario, el maestro o la maestra, trabajan hasta doble turno. No todo lo compra el dinero, dice la sabiduría popular. Cierto.

Pero para los responsables de formar a las nuevas generaciones de mexicanos, un poco más de justicia salarial sería un trato al menos digno.

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