¡Ahora resulta que la sociedad tiene la culpa!
La guerra por alcanzar más y mejores espacios entre los llamados artistas urbanos (también conocidos como grafiteros), y los delincuentes que en su vasto tiempo libre se dedican a pintarrajear todo tipo de inmuebles -turísticos, religiosos, culturales, gubernamentales, etc.-, nos ha llevado a contar en la actualidad con una zona metropolitana llena de ilustraciones y rayones que sólo unos y otros logran entender a cabalidad y que al resto de la sociedad nos causan vergüenza y coraje.
Unos y otros aseguran que es la propia sociedad la culpable de que en la mayoría de los casos tengan que hacer sus trabajos de manera clandestina, dizque para no ser aprendidos por las autoridades municipales. No obstante, que yo recuerde, sólo dos de estos “artistas urbanos” han sido atrapados -y posteriormente perdonados- por grafitear los nuevos vagones de lo que será la Línea 3 del Ttren Ligero, sin importarles en lo más mínimo los millones de dólares del costo de dicha infraestructura.
Y aunque en lo personal no me gusta transitar por mi ciudad, ni por ninguna otra, y ver las fachadas de casas o edificios cubiertas con expresiones de grafiti, no dejo de reconocer que el realizar esos trabajos posee una cierta veta artística de sus creadores. Sin embargo, considero que todo se debe de hacer bajo un cierto orden, pues a nadie nos gusta amanecer y encontrarnos con que la fachada de nuestra casa, negocio u oficina ha servido de “lienzo” para que alguien deje aflorar sus sentimientos en contra de una sociedad a la que culpan de no ofrecerles oportunidades para desarrollar lo que ellos califican como su arte.
Con todo y ello, sin duda alguna que existe una gran diferencia entre aquellos jóvenes y no tan jóvenes cuya forma de expresión es a través de dibujos callejeros, expresiones artísticas que en muchas ocasiones no son cabalmente entendidas, y que como consecuencia la sociedad llega a calificar a sus autores como delincuentes, drogadictos y hasta cosas peores.
En contrapartida, traigo a colación a los grandes muralistas mexicanos, que en tiempos más que difíciles y sin recursos económicos emprendieron largas travesías hasta el viejo continente, para poder estar cercanos y aprender de los artistas europeos, para luego regresar a tierras mexicanas y superar incluso a quienes habían sido sus maestros. La casi totalidad de estos artistas se caracterizaron por ser rebeldes y hasta revolucionarios, pero supieron orientar su trabajo para el beneficio social.
APUNTE
Hace un par de días, delincuentes desadaptados -no hay manera de calificarlos de otra manera- vandalizaron las esculturas recién ubicadas en la plazoleta que se encuentra entre el CUCEA y la biblioteca pública Juan José Arreola. A manera de contrapropuesta, un pequeño grupo de universitarios (de la corriente de Índigo) invirtieron días de trabajo para restaurarlos.
Así o más claro.