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Agua y más agua

Como cada año, según lo programado, tenemos episodios de lluvias, y aunque ya sabemos que esto entra dentro de lo normal, muy frecuentemente nos quedamos pensando: ¿Cuándo acabará esto?

Y los más reflexivos se ponen a recordar otras ocasiones en que de cerca o de lejos les ha tocado estar cerca o bajo el agua.

Evocamos también ese lejano evento que nos narra la historia y que en todos los países y culturas de antaño se relata con sus matices especiales, pero con el mismo trasfondo de una lluvia incesante que por muchos días cayó sobre la tierra y que nos viene relatado como un “diluvio universal”.

Hoy por hoy, los adelantos y la experiencia de los habitantes de este planeta, han aprendido a hacerle frente a estos desastres, a pesar de que en ocasiones las sorpresas caen sin previo aviso y hay muchos desastres y es un hecho que los más débiles son los más afectados. A veces en sus personas, pero más que nada en sus propiedades y albergues. A veces, un día, de la noche a la mañana, ya no tienen cobijo, porque la lluvia y el viento destruyeron su incipiente morada y dañó sus ya precarias pertenencias.

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Pero vamos a darle la vuelta a la moneda, cuando falta el agua, el sufrimiento es mayor y en ocasiones llega a extremos. Porque tenemos que reconocer que somos más que nada “agua”.

El planeta tierra es agua en sus dos terceras partes, y nuestro organismo también es muy líquido.

Y como quiera, también podemos considerar como un líquido el hecho de que los conocimientos y despertar de habilidades también producen sequía y una sed extrema en cada ser humano, no son suficientes o no responden a las más profundas necesidades y expectativas del anhelo profundo que late en lo más íntimo de cada persona.

Por eso la escuela y sus clases son elementos muy importantes para cada ser humano, sobre todo en las primeras etapas de la vida.

Podríamos retroceder a tiempos muy remotos en los cuales las escuelas eran privilegio de “algunos” y los privilegiados que podían asistir a las aulas eran muy pocos.

Actualmente también en esto podemos constatar inundaciones y chubascos como los de las tormentas y ciclones.

Cada uno puede dar su aportación al respecto. Lo interesante, sí, es que vivimos atrapados entre inundaciones y sequías y nunca se nos ocurre comparar los elementos líquidos con la verdadera sed de grandeza y de infinito que late en cada corazón.
 

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