Administra tus emociones
El manejo adecuado de las emociones se ha convertido en una herramienta muy útil en tiempo de crisis. La frase: “responde, no reacciones” cobra mucho sentido cuando comprendemos que hay que conectar nuestras emociones y sentimientos al cerebro antes de reaccionar.
Las dificultades siempre están ahí, presentes, retadoras, desafiantes; caminamos al borde del precipicio todos los días, estamos en el filo de la navaja, o bien te caes de un lado o del otro. Te inclinas por ver las cosas con la mente tranquila y serena para tomar la mejor decisión, o te arrojas al tobogán de las frustraciones y la neurosis existencial. Y entonces te arrojas al suelo, a patalear como víctima y a quejarte de todo lo malo que te pasa, cuando en realidad dejaste ir la oportunidad de decidir cómo reaccionar y pensar antes de actuar.
Las emociones van y vienen, igual te sientes molesto, enojado y sensible por algo que te incomoda, o bien amaneciste de buenas y contento por las oportunidades que tienes. No son buenas ni malas, simplemente las emociones suceden. El tema central es cómo respondes a ellas. O resultas víctima de ellas o te conviertes en un implacable verdugo. El caso es no quedarnos atrapados en las propias emociones, porque nos convertimos en nuestros propios esclavos. Acabamos construyendo nuestra singular prisión y arrojamos la llave de salida lo más lejos posible, mientras gritamos que alguien se compadezca a venirnos a salvar y a librarnos de nosotros mismos.
Los avances en el conocimiento de la mente humana nos invitan a que seamos más dueños de nosotros mismos, a que aceptemos nuestras emociones tal y como vienen y no las reprimamos, por un lado, y por el otro no someternos a su capricho y sucumbir a sus seducciones.
Necesitamos aprender a vivir más en armonía con nosotros mismos, a no criticarnos y exigirnos en demasía una idealizada perfección que nunca alcanzaremos y así conseguir vivir decepcionados de nosotros mismos, queriendo hacer lo inalcanzable o soñando tener lo que otros tienen, y sometidos a la envidia.
Conocer e identificar nuestras emociones es un primer y elegante paso a la madurez emocional
Conocer e identificar nuestras emociones es un primer y elegante paso a la madurez emocional, no juzgarlas si están bien o mal, simplemente reconocer que las tenemos y que son fruto de una experiencia más en la vida. En vez de someterlas al machete de la represión y quererlas fumigar de nuestro interior, hay que aceptarlas y hacerles caso. Si estás enojado, pues lo estás y punto. El tema es: ¿qué vas a hacer con tu enojo, tu miedo, tu tristeza, tu rencor, tu frustración, tu envidia, tu malestar con la vida? ¿Te vas a sentar a llorar? ¿O mejor te vas a tratar de evadir con algún entretenimiento, diversión o adicción? O lo enfrentas y decides superarlo y no desquitarte, ni contigo mismo ni con los demás. Ellos por qué tienen qué pagar el plato roto de tu impotencia.
El que maneja mejor sus emociones irá escalando mayores niveles de calidad de vida y se irá alejando del paredón del sufrimiento. Es una tarea que trae muy buenos dividendos.