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Adiós a la «sexochenta»

El lema informal de la ruta 380 resume su espíritu aventurero y liberal: «Pasaje, masaje y agasaje». Un usuario ironizó con precisión nostálgica la despedida de un clásico tapatío que sale de circulación con la llegada del Peribús: «Lo más cerca que he estado de una orgía. Viernes 5pm en mayo: éramos como 70 personas ahí dentro». 

La envergadura de la ruta 380 tiene una dimensión desconocida: 110 mil pasajeros que diariamente, como en una compacta lata de sardinas, circulan en ese derrotero, epítome por años del pésimo servicio de transporte público en la Ciudad.  

Su desaparición, que ha generado en Internet oleadas de ironía melancólica, podría resumirse así: era tan mala que la vamos a extrañar. 

Raro don de nuestra mexicanidad: convertir en risas las lágrimas del vía crucis cotidiano. Somos, sin duda, un caso de estudio para la antropología urbana. 

Pero viene algo mejor: el Peribús, tres sílabas contundentes y nombre con el que lo conocimos y bautizamos en 2017 cuando el proyecto fue concebido por la pasada gestión. Me resisto a llamarlo por ese otro nombre de ocho sílabas que la parafernalia oficialista pretende aherrojarnos para personalizar un triunfo que es colectivo (aherrojar: atar o sujetar a alguien con cadenas o instrumentos de hierro). 

Porque el Peribús no es obra de una noche o un sexenio. Desde hace varios años, distintas gestiones han construido soluciones viales y han librado litigios para conseguir el derecho de vía en Periférico (de hecho, la modernidad de esta vialidad se alcanzó en años recientes gracias al desaparecido Fondo Metropolitano).  

El proyecto que Enrique Alfaro presume como mérito individual en realidad surge de un esfuerzo transexenal. Por eso resulta más emocionante y trascendente: no es obra de un sólo hombre aunque así lo venda el marketing político. De hecho, Aristóteles Sandoval invirtió mil 880 millones de pesos para renovar con concreto hidráulico 33 kilómetros de 48 del trazo, una condición sin la cual no habría Peribús. Antes de las intervenciones del sexenio pasado, circulábamos sobre una carpeta asfáltica de tres o cuatro décadas de antigüedad. 

El Peribús corona una labor de años: la movilidad de la ciudad nunca será la misma. Por la obra en sí, pero también porque conectará con la Línea 3 y eventualmente, la Línea 4, que ojalá Alfaro tenga la humildad de sembrar para que otro la coseche. La realidad no se transforma de otra manera. 

Adiós a la «sexochenta». Bienvenido Peribús.   

EN PERSPECTIVA. 

El 23 de febrero de 1966, EL INFORMADOR publicó: «El Gobernador del Estado, Lic. Francisco Medina Ascencio, realizó un recorrido de supervisión de la construcción del Anillo Periférico de Guadalajara en un tramo de 35 kilómetros y que une a los siguientes poblados: Los Belenes, El Batán, La Experiencia, Huentitán El Bajo, Huentitán El Alto, Oblatos-Oriente, San Gaspar de Los Reyes, Coyula y Tonalá».  

Allí comenzó todo.  

Y así terminaba la publicación: «Se indicó que no sólo es una necesaria y útil comunicación de servicio público el nuevo Anillo Periférico en construcción, sino una ruta turística por excelencia»  

Hoy nadie iría a Periférico a turistear (los políticos siempre le ponen demás), pero una obra funcional para la movilidad en una metrópoli del Siglo XXI, eso, sin duda, sí será el Peribús. 

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