¿Aceptas el reto?
En medio de una crisis de desaparecidos en el Estado, un tema más genera escozor, mucho, duele aunque no los conozcamos, somos padres, madres, hermanos y pensar en que cualquiera de nuestros seres queridos, menores o no, puedan desaparecer un día genera temor. Los retos que surgen a través de redes sociales que invitan a desaparecer por 48 horas hasta ser encontrados, son un grave problema que genera terribles daños colaterales.
La angustia que estos retos generan no dura demasiado, lo suficiente para pensar que “el desaparecido” no regresará, pero vuelve, o quizá no.
Después las historias de estas ausencias deben reconstruirse y verificar si la desaparición fue voluntaria. Las interrogantes sobran.
Las opiniones vienen en cascada: las implicaciones que lleva consigo, como el uso de recursos para la búsqueda, elementos enfocados en investigación o la voluntad de los internautas compartiendo su ficha para su localización. En la otra cara de la moneda están quienes solicitan alguna medida de sanción para quien active una alerta de búsqueda innecesariamente.
Lo único cierto es que los retos viralizados en plataformas como TikTok han generado cualquier cantidad de inconvenientes a nivel global. Por definición, un reto implica ubicar a un individuo frente a una situación difícil o peligrosa, de ahí la satisfacción de la recompensa, y hemos visto de todo, conozco algunos adultos que se han sumado a ellos sólo por aumentar el número de seguidores a su cuenta o la aprobación instantánea, sin embargo otra es la realidad cuando de niños o adolescentes se trata.
Automedicarse con Benadryl o Clonazepam fueron de los retos más notorios en tiempo reciente, sin embargo estos desafíos llegaron a cobrar vidas de niños, sobre todo los que le dijeron sí al Blackout, en el que buscaban provocarse un desmayo a través de la asfixia para luego contar su experiencia en un clip. Hubo quien ya no pudo compartir el “up date”. Ni qué decir de todos aquellos que implican agresiones, como si no fuera suficiente el acoso escolar desde una naturaleza torcida como para convertirlo en reto de una plataforma.
Si tenemos en cuenta que un desafío debe tener una recompensa, ¿cuál sería? Lesiones, intoxicaciones, traumatismos o perder la vida. Aclaro, no todos los retos tienen una connotación negativa, pero en este contexto deberíamos tener claro cuál es el límite para aceptar el reto. Las plataformas de redes sociales están abiertas para todos, y pueden participar activamente aquellos que tienen un perfil, y por demás está decir que los menores no deberían tener uno, al menos no sin supervisión de un adulto responsable. Quienes somos padres de hijos con dispositivos móviles a su alcance o perfiles en redes sociales, ¿sabemos qué sucede en ese espacio-temporal de interacción virtual?
Hay especialistas que opinan que un dispositivo móvil no debería ser un objeto privado en el caso de los menores, habrá quien opine diferente, pero es importante tener muy cerca de nuestros niños, abrir el diálogo y saber qué hacen, en qué plataformas navegan, qué contenidos consultan, quiénes son sus influencers. Los adolescentes son capullos aparte, su etapa de vida es particularmente susceptible en un momento donde se descubre quién es cada uno. Y tener la admiración o al menos aceptación bien vale la pena el esfuerzo.
Sin embargo, el desafío es para nosotros, los adultos, quienes debemos tener claro el límite que tienen los menores respecto de los dispositivos móviles y a la creación de perfiles en redes sociales. No podemos aislarlos. Si elegimos limitar esos recursos, habrá compañeros que sí los tengan al alcance y la información estará disponible, es entonces cuando nos corresponde estrechar vínculos con ellos, hacer equipo con los centros educativos. ¿Acaso se encuentran en marcha campañas para prevenir… lo que sea?
Los grandes temas son en conjunto, como la prevención del acoso, violencia, abuso, alertar sobre el uso de redes sociales, el uso de sustancias o el peligro de contactar a desconocidos. No se trata de satanizar sino de reflexionar sobre el uso y abuso y actuar en consecuencia, poner sobre la mesa en las escuelas las inquietudes de los padres respecto a la convivencia de los menores, seguramente ya pensaste en algo para compartir en el grupo de Whatsapp de padres de familia. Es momento de actuar… ¿aceptas el reto?
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