AMLO y su hermano “Martinazo”
Al presidente Andrés Manuel López Obrador le pasa lo que ocurría en casa de la abuela: no le alcanzan los gustos para tapar las vergüenzas.
Después que su hermano Martín Jesús López Obrador apareció en un video recibiendo dinero en efectivo de David León Romero, se exhibió nuevamente que la familia del mandatario está metida en todas las jugadas electorales (en todas, literalmente) y que pueden estar de acuerdo con estrategias varias, en particular las prohibidas por las leyes electorales.
Irónicos, por decir lo menos, lucen los discursos presidenciales en los que desacreditó el desempeño de los partidos políticos de oposición: PAN, PRI, PRD y anexos. Y más, sobre todo, cuando queda constancia de que el gobernador de Chiapas en las elecciones de 2015, Manuel Velasco, entregó dinero del erario al proyecto electoral morenista cuando él mismo había llegado al cargo abanderado por otro partido, el Verde Ecologista.
Desde que apareció el video en el que Martín Jesús López Obrador recibe los fajos de billetes de manos de David León Romero, lo que ha venido después es una escalada de burlas. La más reciente es la del presidente mismo, al reiterar que él sólo responderá por los actos de su hijo menor, pero no por los de sus familiares.
Los hechos, además de alimentar el conflicto entre los “amlovers” y los opositores, dejan constancia clarísima de la impunidad que se alimenta de la ineficacia del sistema electoral, incapaz de castigar a quienes a pesar de las pruebas, hacen lo que quieren aunque sea prohibido.
¿Que los priístas y los panitas han hecho cosas peores? Lo más probable es que así sea… pero la diferencia no la hacen la cantidad de los sobornos y los manejos indebidos de recursos; la diferencia que tanto se presumió en la 4T no existe, y a esa realidad habría que atenerse a partir de ahora, sobre todo cuando el senador Ricardo Monreal anunció que competirá “respetuosamente” para ser candidato presidencial, y al mismo tiempo, la jefa del gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, es vitoreada y voceada “¡presidenta!” cada vez que puede aparecer en eventos públicos.
Para bien y para mal, el presidente López Obrador lanzó la carrera presidencial… en su partido y en los de oposición. Es conocedor de que entre los opositores no hay mucho que hacer; ¿Enrique Alfaro, Ricardo Anaya? ¿Alguno de los nuevos gobernadores o gobernadoras? Cierto, pero tienen la cuesta muy empinada.
En su propio partido sobran, muy bien lo dijo, los aspirantes: Sheinbaum, Ebrard, Rocío Nahle, Tatiana Clouthier… vamos, hasta Esteban Moctezuma y Juan Ramón de la fuente alcanzaron espacio en los pensamientos sucesorios del presidente AMLO.
La cuestión no es quién o quiénes pueden aspirar al cargo; la cuestión es cómo avanzamos en la solución de los problemas más generalizados: salud, violencia, economía, educación.
El problema del presidente, se ha leído en más de una ocasión, es su afán de prometer cosas que no puede cumplir, en asuntos tan diferentes como precios excesivos del gas LP, el desempeño de Pemex o la aplicación de la pensión a todos los adultos mayores.
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