Ideas

AMLO y las mujeres, dos años después

La muralla ideológica del presidente López Obrador frente a los feminismos es mucho más grande que la que puso frente a Palacio. No puede con ellas. No puede con su libertad, sus formas de manifestarse, sus consignas. Pero sobre todo no puede con su diversidad, que se le atraganta como cucharada de pinole. “Es que están en contra de la transformación”, repite el presidente, o lo que es lo mismo, solo hay una transformación posible, la suya, la que él encabeza y representa. Desde antes de que sucedan las marchas, antes de que se grite cualquier consigna o se pinte cualquier monumento él ya dijo que “esa es una postura conservadora, reaccionaria, en contra nuestra”. Todo debe girar en torno a él.

Hace dos años el presidente tronó contra las mujeres y decidió gastar parte de su capital político en enfrentarlas. Aquel 8M de 2020 le quitaron el protagonismo y gritaron a quien se cree líder de todas las causas que él no las representa. La pandemia llegó como anillo al dedo y puso freno al que era hasta ese momento el movimiento opositor más amplio, diverso y organizado. Hoy el presidente no es el mismo, y el movimiento de las mujeres tampoco. En estos 24 meses mucha agua ha pasado por debajo del río: el país entró en crisis económica derivada por la pandemia y no ha encontrado desde entonces el camino al crecimiento; el mundo dio un vuelco geopolítico; la pobreza aumentó y los resultados electorales no se dieron como el presidente esperaba; los escándalos de corrupción salieron a la luz y la violencia sigue incontrolable; la transformación esta atascada en luchas fratricidas. 

Pero el movimiento feminista tampoco es el mismo. Fracturas internas, discusiones ideológicas, protagonismos. Todo lo esperado en un movimiento social amplio y diverso sucedió con el movimiento de las mujeres. No todas las feministas entienden igual su causa y hay diferencias de fondo en la manera de entender el feminismo, incluso de definir el género. Al mismo tiempo, las mujeres han sido las principales afectadas por la pandemia: violencia familiar, desigualdad laboral, dobles o triples jornadas. 

Dos años después el presidente y las mujeres se vuelven a ver la cara en el espacio público a unos días del ejercicio de revocación de mandato. Lo lógico, lo prudente, sería que el presidente no se enganche en una batalla que no rinde frutos, pero ya sabemos que el protagonismo y el moralismo del presidente irremediablemente flotan a la menor provocación y se justifican antes incluso de que sucedan las marchas. 

diego.petersen@informador.com.mx

Síguenos en

Temas

Sigue navegando