AMLO y la 4T resisten al COVID-19 y más
El cumplimiento del primer tercio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) coincide hoy con los ecos del sonoro llamado que hizo ayer la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la 4T por el crecimiento de la pandemia en México y las deficiencias que han mostrado en su manejo, y el reconocimiento que hizo el Presidente en su rueda de prensa mañanera ayer de que las muertes por el COVID-19 han sido lo más doloroso en lo que va de su gestión.
Sin duda esta emergencia sanitaria marcará para todos el 2020, pero para el gobierno de la autollamada cuarta transformación (4T) adquiere especial relevancia en lo que fue su segundo año de gobierno, por mantener los altos niveles de aceptación y popularidad presidencial, pese a lo desastroso que ha sido el manejo de la pandemia que ha cobrado ya la vida de más de cien mil mexicanos, cuando el escenario inicial más catastrófico planteado al inicio de la pandemia por Hugo López-Gattel, subsecretario de Salud, era de 60 mil.
Y es que aunque en el inicio de la pandemia, por la terquedad del Presidente de minimizar los efectos del COVID-19 pese a las catástrofes causadas en Europa y Asia, y resistirse al uso del cubrebocas como hasta ahora, provocó una lenta reacción de su gobierno ante la emergencia sanitaria, que le fue cobrada socialmente y su popularidad cayó como nunca en lo que iba de su gobierno. Sin embargo y pese a no hacer cambios en la estrategia de salud, se fue recuperando poco a poco a partir de abril hasta llegar a su segundo año de gobierno con aprobaciones de entre el 48 y 52 por ciento.
En su segundo año de gobierno, AMLO no sólo supo sortear políticamente los costos del errático manejo de pandemia del coronavirus. Antes enfrentó los reclamos por el mal arranque del Instituto Nacional de la Salud para el Bienestar (Insabi) y la poca empatía que ha tenido frente a los reclamos de grupos feministas. Después se repuso a las bajas en la calificación crediticia del país por la desactivación económica y de manera constante a la crisis creciente de inseguridad y violencia y episodios que pusieron en entredicho su discurso de honestidad y anticorrupción como el conocido “culiacanazo” del 17 de octubre de 2019, cuando tras un operativo fallido las milicias del cártel de Sinaloa doblaron al Ejército mexicano, al que obligaron a liberar a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo.
Además de la crisis por el cuestionable manejo del COVID-19, López Obrador ha resistido también a movimientos políticos como Frenaaa, que pedían su dimisión y a los cuestionamientos del grupo de 10 gobernadores que integran la Alianza Federalista que reclaman los afanes centralistas de la 4T.
El pago puntual de dinero directo que da a adultos mayores, a madres solteras, a niñas, niños y adolescentes que están en educación básica, las becas para las jóvenes, entre otros programas sociales, junto con sus distractores como los del avión presidencial y la encuesta para enjuiciar a los presidentes, así como el uso propagandístico de la Fiscalía General de la República, como pasó con el caso Emilio Lozoya y está por pasar con el general Salvador Cienfuegos y Genaro García Luna, le resultaron a López Obrador una fórmula exitosa para cumplir hoy dos años, sin grandes resultados, pero con una popularidad casi intacta.
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