AMLO y Alfaro, del carismático al estadista
En muy pocos días estamos siendo testigos de cómo se escriben páginas de historia reciente en México y Jalisco. El 1 de diciembre fue sencillamente impactante la fuerza popular del Presidente Andrés Manuel López Obrador; sólo figuras religiosas o artísticas movilizan masas como pudo verse en el Zócalo de la Ciudad de México. Sin acarreos.
Y este jueves 6 de diciembre veremos también el ascenso de Enrique Alfaro Ramírez, el gobernador que en su escala, es también una figura que rompe moldes en Jalisco. Coincidencias del destino: López Obrador cambió paradigmas en el nivel nacional y Alfaro lo hace en el Estado. Pese a todos los matices, con ellos empieza una nueva etapa de la vida pública.
Son personajes de gran estatura y eso debe reconocerse en un momento en el que los mexicanos vivimos hartazgo de la política y de los políticos.
Pero ya terminó el momento electoral. Entramos a la etapa del ejercicio de Gobierno y esa es la prueba del ácido. Entre el político popular y carismático, y el estadista, hay una diferencia notable. De hecho, suelen abundar los primeros y ser muy escasos los segundos.
Enfoquémonos en el gobernador.
Enrique Alfaro ya está tomando decisiones. Hoy, por ejemplo, confirman a quien será el fiscal al iniciar su Gobierno, Gerardo Octavio Solís. Ya nombró también a quien será secretario de Seguridad, el general Daniel Velasco. Igualmente, ya está definido todo su gabinete.
Sin embargo, el rasgo más notable de sus decisiones previas al ejercicio de Gobierno es el pronunciamiento en defensa del federalismo y contra el ejercicio centralista del poder presidencial, realizado el pasado viernes 23 de noviembre. En ese acto, hay que recordarlo, contó con el respaldo del espectro político (todos los partidos excepto Morena), de las cúpulas empresariales, de la universidad pública, presidentes municipales y diputados.
Es cierto que otros gobernadores en funciones también se han opuesto públicamente a los proyectos del nuevo Gobierno federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador, pero ninguna figura estatal como Alfaro Ramírez reunió y estructuró mejor su visión de diferencia.
¿Hasta dónde llegará esto?
El representante del Presidente en Jalisco, Carlos Lomelí Bolaños, me asegura que el pronunciamiento fue “totalmente innecesario”. De acuerdo con su visión, el propósito del Gobierno de la República es que los recursos económicos lleguen realmente a las obras (Línea 4 del Tren Ligero, infraestructura carretera, más transporte público, universidades y escuelas preparatorias), a los programas sociales (apoyo a agricultores y a los más pobres; becas para estudiantes y apoyo a adultos mayores y discapacitados), “y sin que haya corrupción”.
Sólo falta que se pongan de acuerdo para hacerlo y Lomelí Bolaños afirma que su tarea es vigilar que eso y muchas otras cosas, como por ejemplo la coordinación en tareas de combate a la inseguridad, se cumplan cabalmente, “sin ánimo de competir”.
Parecen, todos, propósitos que no sólo se aceptan, sino que se aplauden.
¿Estará usted en la toma de posesión del gobernador Enrique Alfaro?, le pregunte. “No me ha invitado”, respondió. Eso es pasado mañana. Gestos y actos que dicen más que los discursos.
Esperemos estadistas y no sólo políticos carismáticos.