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AMLO y Alfaro como dos gotas de agua

Las figuras democráticas para ciudadanizar la toma de decisiones están secuestradas, paradójicamente, por la clase política. Y en esto AMLO y Enrique Alfaro se parecen mucho: como dos gotas de agua.

En la arena pública bullen dos temas: el fin de la consulta popular en Jalisco sobre el Pacto Fiscal y la revocación de mandato del Presidente, y que el INE suspendió por falta de dinero.

Ambos son ejercicios inéditos de la llamada democracia participativa. Junto al referéndum, el plebiscito y la iniciativa popular, entre otros, estas herramientas colocan al centro de las decisiones a los ciudadanos.

Un dato curioso: el plebiscito es una institución romana en donde la plebe (el pueblo raso) vota las propuestas de los tribunos.

En otras palabras, la democracia participativa pone en nuestras manos las decisiones que nos afectan a todos.

Veamos. Hay dos vías para solicitar una consulta popular y una revocación de mandato. A solicitud de los ciudadanos, claro, cuando reúnen las firmas necesarias -186 mil para someter a revocación de mandato al gobernador, y 2.7 millones para el Presidente-.  

La otra vía es cuando la solicitan los gobernantes. La ley los faculta pues así lo dispusieron nuestros legisladores. De esta manera, Alfaro impulsó una consulta popular sobre el Pacto Fiscal y el Presidente promovió la revocación de mandato.

Con esto, convirtieron una herramienta ciudadana en un instrumento político y de propaganda. Basta notar cómo en la comunicación de ambos ejercicios orbita el culto a la personalidad. «Enrique Alfaro, el gobernador que defiende a Jalisco de la Federación». «AMLO, el primer Presidente que el pueblo pone y el pueblo quita».    

La consulta sobre el Pacto Fiscal quedó corta. Pese al acarreo de burócratas, no alcanzó los 2.5 millones de votos para ser vinculante. Salvo el dispendio de recursos, nada cambió para Jalisco.

Por su parte, la revocación de mandato enfrenta una encrucijada luego de que el INE se declaró sin recursos para organizarla. Ahora el Tribunal Electoral federal tiene en sus manos la última palabra. El asunto escaló a un diferendo político entre el Presidente y Lorenzo Córdova.

Figuras como la consulta o la revocación de mandato deben fungir como contrapeso popular del poder. Sin embargo, cuando sólo las propone el gobernante en turno y no el pueblo, pueden derivar en una democracia ficticia.

El pueblo es, una vez más, espectador e instrumento de los fines políticos de los gobernantes. Una distorsión por donde se vea.
Hoy los ciudadanos podemos remover del cargo a un diputado local, un alcalde, al gobernador o al Presidente. Las razones, según la ley: por incumplir promesas, pérdida de confianza o incapacidad para resolver nuestros problemas. También podemos someter a consulta popular una decisión en el ámbito público si nos afecta.

Sólo necesitamos reunir las firmas y promover una colectividad más organizada para arrebatarle ese monopolio a los políticos.
Se trata de una poderosa alternativa que pocos conocen. Y esto conviene a los hombres en el poder que hasta ahora sólo la han usado para su beneficio.  

EN PERSPECTIVA. Sobre la consulta popular para enjuiciar a los ex presidentes, por cierto, ¿alguien sabe si la FGR ya citó a declarar a Zedillo, Fox, Calderón y Peña?  

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