AMLO y Alfaro ante el estanque de Narciso
La entrevista como género periodístico puede ser un método de conocimiento, una herramienta para detectar a mentirosos o un descarado vehículo de autopromoción. Las recientes entrevistas concedidas por AMLO y Enrique Alfaro se enmarcan dentro de este último supuesto.
Las dos entrevistas comparten una característica que garantiza cierta inocuidad de origen: se concedieron a la prensa extranjera. AMLO habló con la periodista Sharyn Alfonsi de la televisora estadounidense CBS y Alfaro con el diario español El País.
La resistencia de los gobernantes a ser escrutados por la prensa local tiene una explicación. Ante un corresponsal extranjero es más fácil abordar generalidades y explayarse sobre sus virtudes y logros. Los riesgos de confrontación son mínimos porque la audiencia objetivo tiene intereses alejados de lo hiperlocal y lo doméstico.
Alfaro discurrió sobre la política partidista, sus revanchas personales con Dante Delgado y Rafael Valenzuela, su declinación a contender por la Presidencia y cómo la banalidad de Movimiento Ciudadano contrasta con sus logros y su eficacia para conseguir votos.
En resumen, saldos de grilla local en un diario global. Honestamente a quién le importa lo que piensa el gobernador sobre Álvarez Máynez o qué hará después de su mandato. Dudo que más de 6 millones de jaliscienses en edad de votar encuentren algún valor real en esa conversación.
Sobre todo porque enfrentamos desafíos tan urgentes como las masacres, la violencia feminicida, los desaparecidos, las fosas clandestinas, la contaminación, la crisis de vivienda y la precarización laboral, sólo por mencionar algunos temas.
La entrevista televisiva a López Obrador tiene un poco más de elementos críticos y contrastantes, pero su estructura reproduce la versión presidencial como veredicto final de cada tema.
El Presidente hizo aseveraciones fuera de la realidad: erradicó la corrupción “en lo fundamental”; en el país no hay impunidad y si la hay, es “un porcentaje pequeño” -del 95% nada más. Y en México, yo lo ignoraba, no hay consumo de drogas, sólo hay adictos en EU.
Dijo que los crímenes de candidatos no amenazan a la democracia porque “son circunstancias muy especiales” -cosas que lamentablemente pasan, diría el gobernador sinaloense Rubén Rocha sobre los levantones masivos.
Básicamente López Obrador repitió las premisas de cada mañanera. Es imposible sostener un diálogo con un interlocutor convencido de verdades que nadie le exige demostrar.
Qué bien que AMLO y Alfaro concedan entrevistas internacionales. Sugiero que para la segunda parte ahora abran su corazón al Rusia Today. Ese medio garantiza imparcialidad y seguro ambos tienen más hazañas de interés para los moscovitas.
No pido que los medios extranjeros traten temas hiperlocales. Pero sí critico el alejamiento -deliberado o condicionado por intereses políticos o económicos- para excluir cualquier tema incómodo e insistir sobre él.
Están en su derecho de preguntar lo que quieran. Nada más dejemos claro que estos ejercicios sólo tienen valor para el entrevistado y sus aduladores. No para la conversación pública ni para el ciudadano promedio.
Al final las dos entrevistas son como el estanque de Narciso. Sólo les regresa su propio reflejo. Nada los interpela. Nada los incomoda. Sólo el embeleso de observar su propia imagen idealizada.
jonathan.lomeli@informador.com.mx