AMLO, un paseo por las nubes
El Presidente sobrevuela en helicóptero la zona del Triángulo Dorado. Supervisa las obras carreteras que, allá abajo, cerquita de Badiraguato, utiliza también el Cártel de Sinaloa para mover su mercancía.
Pero alto, un momento. Justo allí, en un tramo de la carretera en construcción Badiraguato-Guadalupe y Calvo, la comitiva y la prensa nacional que acompañan por tierra a Andrés Manuel, se topan la mañana del viernes con un retén de hombres armados.
Son una decena. Tienen su casita de campaña improvisada para cubrirse del Sol y los 37 grados que golpearán secos después del mediodía. Un Jeep y una Cheyenne flanquean el retén. El cuerno de chivo de un paisa vestido de militar y chaleco antibalas contrasta con sus huaraches.
A dónde van, ¿con el Presidente? Somos prensa nacional. Muy bien, cámaras apagadas. Este viejo es Eleuterio Carrillo y ustedes le van a dar raid a la comunidad de Los Frailes, le indica a la comitiva el peón del sicariato: órdenes superiores. Al cabo, hombres acostumbrados a mandar –y a matar. En el camino, más camionetas y hombres armados. Ninguna patrulla estatal o federal.
¿Qué habría ocurrido si el Presidente hace la gira por tierra y se topa con el retén? ¿Les estrecha la mano como ocurrió en 2020 con doña Consuelo Loera, mamá de El Chapo y moradora de La Tuna, a sólo media hora del retén? ¿Ordena que no los molesten para salvar vidas como ocurrió con Ovidio Guzmán, El Ratón, en 2019? ¿También hubiera dado raid al viejo Eleuterio?
En el municipio de Guadalupe y Calvo, el presidente municipal Julio César Chávez –no el campeón pugilista sino su homónimo– llena de regalos a Andrés Manuel: machaca, cacahuates, lechuguilla y una muñeca. La comunidad, enclavada en la Sierra Madre Occidental, no pide mucho al gobierno, si acaso agua para sembrar más aguacate, otro producto rentable para el crimen además de la mariguana y la amapola.
Empoderado en el pódium de la mañanera, el Presidente sabe adornar la realidad que no puede transformar. Las palabras acomedidas sirven para desembarazarse de los hechos y enmascararlos.
Si no cambiamos la realidad, cambiemos al menos de nombre.
En vez de Triángulo Dorado, propone Andrés Manuel, hay que llamarle Triángulo de la Gente Buena y Trabajadora. No hay que estigmatizar con lo malo, ¿hay que estigmatizar mejor con lo bueno?
Si lo sueñas con todas tus fuerzas, “no pasa nada”, responde AMLO al día siguiente, el universo conspira a tu favor y los diez apóstoles del crimen con cuernos de chivo serán en adelante emisarios de bondad, “no pasó nada, no hubo ningún problema”, insiste.
Entonces, ¿esperamos a que algo pase para intervenir? La pregunta que todos nos hacemos.
En tanto, perdido en las nubes de Sinaloa, el Presidente, satisfecho, piensa en el nuevo nombre para el Triángulo Dorado.
Misión cumplida.