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AMLO se hizo el sordo y tarugo dos veces

Aunque cobardemente salió una vez más a proclamarse víctima de los medios de comunicación “conservadores”, argumentando que no escuchó a los reporteros que el pasado miércoles de manera insistente le preguntaban su opinión sobre los jóvenes de Lagos de Moreno y fingió sordera, la realidad es que el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sí los escuchó, pero no abordó el tema, presumiblemente aconsejado durante la reunión que había sostenido horas antes con los integrantes del área de seguridad. De ahí que, cuando los periodistas le inquirían al respecto, se hizo el sordo y tarugo {DEM: tarugo: que es tonto en extremo, que resulta despreciable}.

La forma en que el Ejecutivo de la Nación reaccionó ante las preguntas de los comunicadores sobre lo acontecido en Lagos de Moreno constituye un agravio a la sociedad, que todavía se encuentra en estado de shock tras las cruentas y dolorosas imágenes y videos que se viralizaron en redes sociales y que incluso se transmitieron en espacios de noticias nacionales y más allá de nuestras fronteras.

Resulta indignante la indolencia, el cinismo, la ruindad y la vileza con la que Andrés Manuel aparentó no escuchar las preguntas, siendo que en los múltiples videos que se han compartido de ese momento en “La Mañanera” se percibe claramente cómo los comunicadores le preguntan una y otra vez por los jóvenes de la localidad jalisciense.

El responder jocosamente, mofándose, haciéndose el tonto, bromeando y diciendo “no oigo” para enseguida contar un mal chiste con una sorna impresionante, lo retrata tal cual como es; un hombre trastornado mentalmente, insensible, inhumano al dolor, y a lo que acontece en el país.

Pero como su reacción generó un inmenso enojo entre los mexicanos libres que no son de sus lamebotas y serviles seguidores, el jueves se volvió a hacer pendejo y dando más muestras de su inagotable capacidad para mentir, pero también de su cobardía y cinismo, respondió con el clásico “no es cierto”, rechazando todo, diciendo que él no hizo lo que fue evidente que realizó y señalando —para no variar— a los medios de comunicación a los que se refiere como “conservadores”, y a sus enemigos imaginarios que ve en cada uno de los que no coincidimos con sus barrabasadas y con sus formas imbéciles de conducir el país.
“Nada más aclaro eso, no tengo por qué ofrecer disculpas, porque fue un invento y estamos atendiendo el tema, lamentable del asesinato, desaparición de estos jóvenes. Vienen algunos aquí a buscar las podridas y cuando no las encuentran las inventan. Afortunadamente la gente nos tiene confianza y sabe que nosotros no somos perversos”, afirmó el muy cobarde.

AMLO se quejó de que se trata de una campaña orquestada de manera perversa por “los corruptos medios”, sus enemigos, a quienes irresponsablemente culpa de todo lo negativo que trasciende de él, de su familia, y de su gobierno, sin reparar en que al mismo tiempo que los exhibe, los expone y los sitúa en condiciones de vulnerabilidad frente a aquellos que a él lo idolatran vehementemente y son capaces incluso de accionar un arma para atentar contra la vida de los comunicadores como ocurrió en el caso del periodista Ciro Gómez Leyva, a quien dispararon en nueve ocasiones; tres de ellas directo a la cabeza y sólo se salvó gracias a que la camioneta que conducía estaba blindada.

Ahora bien, suponiendo sin conceder que realmente no escuchó lo que le preguntaban y que no se burló —como lo han defendido tanto él como Jesús Ramírez (su perrito faldero) y toda la Cuarta Transformación, incluidos los medios chayoteros—, la pregunta es: ¿Por qué no abordó el tema de forma orgánica sin esperar que le preguntaran siendo que el tema lo debió tratar minutos antes con su escuadrón de Seguridad y sin embargo, en dos horas de transmisión Mañanera no lo mencionó, tratándose del suceso más impactante y más macabro de que se tiene conocimiento en su sexenio?

¿A qué le teme el Presidente? ¿Será porque le cuesta reconocer que la violencia que predomina en todo el país provocada por el hampa, por los cárteles y por organizaciones criminales, es completamente su responsabilidad derivado todo ello de las estrategias fallidas de “abrazos no balazos” y de “acusar a los delincuentes con sus abuelitos”, siendo ambas una verdadera estupidez?

Es obvio que así sucede, siendo que es de su absoluta competencia el proteger la seguridad e integridad de sus gobernados y sin embargo, su fracaso es rotundo e impactante ya que como es de todos conocido, el número de homicidios dolosos en lo que va de su sexenio ya superó hace meses las cifras con las que concluyeron los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, respectivamente.

La ineficacia de sus cuerpos de seguridad responde a esa misma política que defiende a los criminales bajo el argumento de que “también son seres humanos”, y en cambio desprotege a los cuerpos militares de La Marina, la Guardia Nacional y el Ejército, sin menoscabo de señalar que a integrantes de estas mismas fuerzas los tiene haciendo funciones de albañiles pegando ladrillos en sus obras faraónicas como el Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y el Aeropuerto de Tulum; y que les destina tareas en los puertos, en las aduanas, en las escuelas y bancos del bienestar, en Pemex, y un largo etcétera. Y en todo ese contexto es que se ha permitido el desproporcionado incremento de la violencia y la criminalidad en nuestro país.

Si Andrés Manuel escuchó o no las preguntas de los reporteros sólo él lo sabe, pero nadie lo duda siendo que no sería la primera vez que nos muestra el rostro de la mezquindad, de la vileza y la ruindad que hay en su ser, porque ya antes lo hemos visto burlarse de la pandemia, reír a carcajadas de los 38 migrantes que murieron en una cárcel que se incendiaba en Ciudad Juárez y de las masacres.

Insisto, López Obrador está trastornado mentalmente, así se aprecia ya de manera contundente; y la barbarie que se está viviendo y que está llegando a su punto más álgido en prácticamente todo el territorio nacional, es completamente su culpa.

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