AMLO no estará en la boleta, ¿Peña y Calderón sí?
Si algo distingue al presidente López Obrador es que siempre cumple sus promesas y sus amenazas. Engaña con la verdad, dirían los viejos priistas. Y sí, a estas alturas del partido ya deberíamos saber que cuando se le mete algo en la cabeza va por él.
El presidente nunca se ha visto a sí mismo como uno más, con un encargo de seis años. Él se ve como el iniciador de una gran transformación, una revolución sin violencia que lo lleve a los altares de la Patria. Muchos han interpretado en ello un afán de reelegirse o al menos de establecer una especie de Maximato, donde en una casa vive el presidente, pero el que manda vive enfrente. La gran debilidad de este proyecto, más allá de que estemos o no de acuerdo y de lo que tiene de megalómano, es el partido: Morena representa los pies de barro la autodenominada 4T; es demasiado nuevo y llegó al poder demasiado joven; no tiene estructuras consolidadas ni una buena organización, con lo cual el presidente puede hacer con él lo que se le antoje, pero cuando se trata de meter el acelerador, cascabelea. Un partido tan débil estructuralmente y con tanto poder en juego se vuelve una verdadera tribu de caníbales.
Aprobar que un asunto de justicia se lleve a las urnas sería darse un balazo en la sien
Sabedor de ello, el presidente hizo todo lo posible para estar en la boleta en la elección de 2021 con la famosa revocación de mandato; sin embargo, la oposición no se lo concedió. Pero que pueda estar en la boleta no quiere decir que no intente hacer de la elección intermedia un referéndum de conmigo o contra mí, pasado contra presente, metiendo un juicio popular por corrupción a Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón para que esa sea la conversación, el leit motiv de la elección y no la falta de resultados de su gobierno.
La idea no es mala en términos de estrategia electoral, el problema es que la administración de justicia no se puede someter a la voluntad popular. Aun suponiendo que logre las firmas antes del 15 de septiembre, es la Corte quien debe autorizar la procedencia de la consulta. Aprobar que un asunto de justicia se lleve a las urnas sería darse un balazo en la sien, un verdadero suicidio político.
Más allá de la locura que representa un juicio popular sería un enorme retroceso como país.
Si Peña y Calderón tienen cuentas pendientes con la justicia que se les finquen los cargos y se les lleve ante un juez, pero llevarlos a la boleta electoral en calidad de acusados es meternos en una espiral autodestructiva de la que no saldremos jamás.
diego.petersen@informador.com.mx