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AMLO exige lo que nunca lleva a su púlpito

Los fantasmas de Badiraguato y del Triangulo Dorado, cuna del cártel de Sinaloa, siguieron persiguiendo al Presidente Andrés Manuel López Obrador, una semana después de su más reciente visita a esa zona.

Se le aparecieron en forma de cuestionamientos por sus asiduos viajes a ese lugar en lo que va de su sexenio, y donde tuvo el generoso gesto de detener su Suburban, el 29 de marzo de 2020, para bajarse y saludar a la madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán y abuela de Ovidio, a quien había ordenado liberar cinco meses antes en el episodio conocido como el “Culiacanazo”, cuando ella venía en sentido contrario, también en su Suburban, en una brecha de esa zona de la montaña sinaloense.

Para el ex gobernador de Sinaloa, ex secretario de Gobernación y ex candidato presidencial priista, Francisco Labastida Ochoa, su presencia en la tierra de los mayores capos de la droga es indicio de una eventual protección presidencial al narco. Esto lo comentó el jueves pasado en una entrevista con la periodista Carmen Aristegui, a la que también le declaró que hubo un pacto de impunidad para que el presidente priista Enrique Peña Nieto le entregara la presidencia apoyándolo incluso con votos del tricolor.

Más graves aún fueron los señalamientos que hizo en su contra Porfirio Muñoz Ledo, no sólo por lo que dijo, sino por venir del otrora gran aliado de AMLO en su largo camino para llegar a la Presidencia de la República. Basta recordar que fue Muñoz Ledo quien le colocó la banda presidencial el 1 de diciembre de 2018.

El ex diputado federal de Morena señaló que el nuevo “rey de la selva política” era el narco por la alianza del gobierno de López Obrador con el crimen organizado. Pero no sólo eso, le reprochó que quisiera heredar ese narco-pacto a futuros gobiernos. Y más aún, le advirtió que no podría hacerlo porque los narcos se arreglan siempre con el gobierno en turno, y él ya no sería necesario.

El Presidente tronó sin piedad contra su viejo aliado. Le reclamó haber sido “vulgar y bajo” y le cuestionó cómo se atrevía a sostener que el gobierno mexicano tenía vínculos con el narcotráfico. Para cerrar diciendo que lo de Muñoz Ledo eran cosas “de la edad”.

De Labastida dijo que lo amenazó alguna vez cuando andaba en campaña por no aprobar el tema del Fobaproa, y a ambos les pidió pruebas y que lo dejaran de calumniar.

Si bien, efectivamente, ninguno de los dos presentó pruebas, este nuevo episodio de dimes y diretes se da en un contexto de fracaso evidente de la política de combate al crimen organizado del gobierno de la 4T, que bien pudiera tratarse de un pacto implícito, por el poderío alcanzado por los grupos de la delincuencia organizada.

Lo que también deja esta escaramuza es que López Obrador exige lo que nunca ofrece en su púlpito presidencial cuando denuesta igual a sus adversarios, sin presentar una sola prueba ni denunciar penalmente a nadie. No se puede pedir lo que no se da.

Jaime Barrera

jbarrera4r@gmail.com

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