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AMLO está blindado

De acuerdo con el presidente López Obrador, en el 2006 -previo a las elecciones presidenciales, donde contendía contra Felipe Calderón- la maestra Elba Esther Gordillo, exlideresa magisterial, lo buscó a través de un interlocutor para ofrecerle apoyo político, pero lo rechazó e incluso nunca la recibió. 12 años después, en agosto 20 de 2018, cuando AMLO era presidente electo y después de entrevistarse con él -en aquel entonces- presidente Peña Nieto para hablar de la transición de poder, durante la conferencia de prensa negó que la exlideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) -exonerada y dejada en libertad 12 días antes- fuera a formar parte de su gabinete. Y es que Gordillo, solo unas horas después de salir de la cárcel -entrevistada por el periódico español El País- se expresó de forma muy positiva de López Obrador: “Yo creo que es un hombre congruente. Él es lo que es, responde a toda la trayectoria de su lucha. Yo estoy convencida de que tiene buena voluntad, pero no basta buena voluntad, deseo que haya disposición de todos los que podemos y queremos para lograr algo positivo para el país”.

Sin embargo, la semana pasada -cuatro años más tarde de aquella declaración- la maestra Elba Esther reconoció que cambió su percepción sobre el ahora presidente y se mostró arrepentida del optimismo que mostró sobre su llegada al poder. ¿De quién fue la culpa?, se le preguntó, y respondió “López Obrador es culpa, es producto de profundas lastimaduras, de excesos cometidos por todos nosotros. No estuvimos a la altura del tiempo”. Elba Esther Gordillo dijo no estar “de acuerdo con lo que está pasando. No me gusta, no es el México que yo quiero”. Y ahondó sobre el comportamiento del presidente: “Para él, lo que no es de él, es malo, lo que no adula, es malo”. Además, “es corrupto el que miente; también es corrupto cuando los valores y los principios a los que se comprometió uno y no los cumple”.

Y esta última percepción aparentemente es la misma por parte de un enorme sector de la población en México. Sin embargo, las encuestas dicen lo contrario y la popularidad del presidente aumenta cada día. De acuerdo con el #AMLOTrackingPoll que Consulta Mitofsky realiza para El Economista, el último mes -de agosto 30 a septiembre 30- la aprobación de López Obrador aumentó 1.3 por ciento -de 58.5 por ciento a 59.8-, mientras que la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana que lleva a cabo el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEGI), dice que ‘la gran propuesta’ de AMLO y polémica nacional sobre la intervención del ejército en la labores de seguridad y la integración de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), el 80 por ciento -ocho de cada diez- de la población está de acuerdo.

La gente le cree al presidente. La imagen que proyecta es suficiente para convencer, sin importar lo que haga, como lo haga o lo que deje de hacer. Da la apariencia que además de su carisma, está blindado y no hay forma de vulnerarlo, a pensar de las decenas de las decenas de promesas que hizo cuando asumió el poder, ni de los controversiales temas que nos han mantenido ocupados cuatros años. Los evidentes fracasos gubernamentales, las frecuentes contradicciones -”yo tengo otros datos”- y las pifias en la implementación y cancelación de programas, no han sido asimiladas por sus seguidores que lo siguen apoyando.

En estas mismas páginas, hace poco más de cuatro años -24 de mayo de 2018- Luis Jorge Cardenas Díaz escribió sobre López Obrador: “El fenómeno AMLO nos ilustra como un político coleccionista de derrotas se hace más fuerte con cada elección adversa, porque de ella depende la autoafirmación y el fortalecimiento de los lazos de lealtad con los poderes fácticos que le son afines; como las críticas no le afectan, como su escasa cultura y ausencia de facilidad de palabra no le bajan puntos, como sus declaraciones controvertidas pasan inadvertidas para sus fans”.

¿Usted, qué opina?

Daniel Rodríguez
daniel.rodriguez@dbhub.net

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