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AMLO, Alfaro, Paulo, inicien por Ocotlán

Apenas en febrero pasado, decenas de inconformes, niños y mujeres entre ellos, bloquearon calles de Ocotlán con barricadas y quema de llantas para protestar por la presencia de policías federales.

Apuntamos, en aquella ocasión, que era una nueva muestra de la infiltración delincuencial y la creciente base social del narco que hay en esa región del Estado, y que se exacerbó luego de la venganza policial ocurrida en el Rancho El Sol en Tanhuato, Michoacán, en la zona limítrofe con Jalisco el 22 de mayo de 2015.

Muchos de aquellos manifestantes eran familiares del grupo conocido en ese municipio de la Ciénega de Jalisco como los “42 Guerreros”, que fue abatido por policías federales en aquel enfrentamiento que se dio dos meses después de que cinco elementos de la recién creada Gendarmería fueron emboscados y asesinados a las nueve de la noche y en plena cabecera municipal de Ocotlán, sin que la Policía municipal hiciera nada para intervenir.

La historia viene a cuento por la detención, el martes, de seis presuntos integrantes del cártel Nueva Generación a los que se acusa de esa agresión y del derribo de un helicóptero militar el 1 de mayo de ese mismo año en Villa Purificación, hecho en el que murieron seis soldados y otro quedó gravemente herido.

Estas aprehensiones, anunciadas el miércoles por el comisionado nacional de seguridad, Renato Sales, comprueban que la conocida como “venganza de Tanhuato”, que reprobó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por el uso excesivo de fuerza de la Policía Federal contra los presuntos sicarios del cártel, y que provocó la salida del comisionado general de la corporación, Enrique Galindo Ceballos, no resolvió el problema y esa organización criminal sigue presente en la región.

No ha bastado, tampoco, que desde prácticamente el inicio de este sexenio opere ahí una Base de Operación Mixta, conocidas como BOM, a cargo del Ejército Mexicano, ni que en marzo de 2016 la Fiscalía General del Estado haya desarmado y tomado el control de la Policía de Ocotlán, por las sospechas de colusión con la delincuencia organizada de la región. También en ese momento el narco convocó, a través de redes sociales, para que protestaran en las calles y exigieran la salida de los policías estatales y volvieran a instalar a los municipales.

Por todo lo sucedido, es claro que pese a los operativos del ahora llamado “Escudo Titán” del Gobierno federal, y lo que ha hecho el Gobierno estatal y los municipales, nada ha resultado para recuperar el tejido social en esa zona de Jalisco.

Ocotlán podría ser, pues, un gran primer examen para que las nuevas autoridades entrantes, las que encabezarán Andrés Manuel López Obrador, y los emeceistas Enrique Alfaro y el futuro alcalde de ese municipio, Paulo Gabriel Hernández, demuestren qué harán distinto para liberar a esa comunidad, que, como muchas otras en México, está secuestrada por las mafias.

jbarrera4r@gmail.com

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