A propuesta inteligente, pregunta tonta…
La propuesta -del gobernador Enrique Alfaro- de vender las Villas Panamericanas, parece una buena idea. La intención sería evitar la posible quiebra financiera del Instituto de Pensiones del Estado (Ipejal), del que dependen las pensiones -como su nombre lo indica-, los servicios médicos y la operación de los centros de servicio para los burócratas. Si las cuotas de los trabajadores y las aportaciones de las dependencias han disminuido porque los afanes -plausibles, por lo demás- de todas las administraciones por “adelgazar” el aparato burocrático repercuten naturalmente en una disminución de las cuotas, y los beneficios de las inversiones financieras han menguado porque el capital del Instituto menguó a su vez al invertirse en proyectos catastróficos -como las Villas Panamericanas y el proyecto de Chalacatepec-, vender activos permitiría recuperar parte del capital.
-II-
Hasta ahí, todo en orden…
Sin embargo, ahí aparece el inevitable pelo en la sopa: si las Villas Panamericanas fueron concebidas, más allá del uso pasajero que tuvieron como residencia de los atletas participantes en los Juegos Panamericanos de 2011 en Guadalajara (suprema “genialidad” de una administración encabezada por aventureros que nunca oyeron la sabia máxima de que “Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto”), como núcleo habitacional, lo lógico sería que los 650 departamentos se hubieran enajenado mediante créditos bancarios y ya estuvieran habitados por dos mil o dos mil 500 personas. La inversión inicial, pues, ya se habría recuperado, y “tutti contenti”.
La historia no tuvo el deseable final feliz, porque el ambicioso (en la más nauseabunda acepción del vocablo) proyecto era inviable desde que se tuvo la peregrina idea de materializarlo en una zona de recarga de mantos acuíferos, ubicada por debajo de las líneas de conducción de aguas negras. Para decirlo en pocas palabras, una zona inhabitable por definición.
-III-
Y es ahí donde cae, por su propio peso, la pregunta tonta: si las Villas Panamericanas, independientemente de los litigios originados por su construcción y fugaz operación, no son, de conformidad con las leyes y reglamentos vigentes, susceptibles de habitabilidad y de ningún tipo de aprovechamiento comercial o mercantil (en las mismas esferas gubernamentales se ha dicho que lo mejor que podría hacerse con ellas sería demolerlas), y considerando que la intención -lícita y lógica- de toda inversión es obtener un beneficio y no un perjuicio, ¿quién rayos -valga el enfático subrayado- querría comprarlas, y para qué demonios…?