A 20 años de la Final Atlas-Toluca
Hoy hace 20 años Atlas disputaba ante Toluca la Final de Vuelta del torneo Verano 1999 en el Estadio Nemesio Díez.
Alineando a ocho jugadores de sus Fuerzas Básicas y a tres argentinos, los rojinegros dirigidos por Ricardo La Volpe llevaron a los penaltis al equipo de la década, el implacable Toluca de José Saturnino Cardozo y Enrique Meza, en una serie que concluyó con un empate 5-5 durante el tiempo reglamentario.
Un penalti fallado por Julio Estrada significó la derrota de los tapatíos, que no ganan un título desde 1951, y convirtió al Toluca en el primer equipo en coronarse en dos ocasiones en los torneos cortos.
El lunes pasado el Atlas recordó en sus redes sociales el partido de Ida, llevando a muchos aficionados a preguntarse si vale la pena celebrar una derrota.
La respuesta de la historia es que sí. Es válido celebrar porque las derrotas a veces sólo son circunstancias, y una circunstancia no puede empañar el significado más amplio de un evento.
En México celebramos la batalla de Puebla, que fue sólo el preámbulo de la derrota ante Francia. Los catalanes conmemoran la Diada, cuando sus tropas cayeron ante el Ejército borbónico. En ambos casos, la derrota pasa a ser casi incidental porque los dos sucesos fortalecieron la identidad de dos pueblos y las siguen alimentando hasta el día de hoy.
Así, los rojinegros tienen derecho a celebrar la Final de 1999 ante Toluca porque fue una derrota para el Atlas, pero un triunfo para las ideas que representa el equipo.
Fue el triunfo de una manera de entender el futbol: atacando, desatando vértigo, alineando a jóvenes. Fue un triunfo porque Atlas logró poner de manifiesto su ideal sin interferencias, sin estática entre su yo posible y su yo real; fue al mismo tiempo acto y potencia, y eso es una victoria en sí misma.
Esa Final fue la demostración de que con la idea de futbol del Atlas es posible llegar a la última instancia del torneo y ponerle la espada en la yugular a una de las dinastías más brillantes de la historia reciente del futbol mexicano.
El recuerdo de esa Final es la promesa de que con los jugadores adecuados, con las estructura adecuada, es posible tener la oportunidad para no sólo triunfar, sino triunfar a lo Atlas, una lección que es importante recordar ahora, en los primeros días de una nueva administración del equipo.
Dos décadas más tarde y dos cambios de dueños después, los rojinegros no han vuelto a llegar a una Final, pero no importa: en el mundo del Atlas la esperanza nunca tramonta, y la derrota es sólo una vicisitud.