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2024, de elecciones, economía e incertidumbre

Durante las últimas semanas ha aumentado la preocupación de analistas y colegas por la posibilidad de un impacto económico negativo para México en la coyuntura que encuadra las elecciones de Estados Unidos con el proceso de reformismo que atravesamos en el país. La adhesión de la Guardia Nacional a la Sedena, la Reforma al Poder Judicial y la eliminación de órganos autónomos implican cambios en la política interna mexicana que, desde diferentes perspectivas, limitan la dinámica económica que tanto les ha costado consolidar a los países del T-MEC, pero principalmente con Estados Unidos en el marco de la elección de su 47.º presidente o presidenta.  

Hasta el día de la elección, seremos testigos de una contienda altamente competitiva entre Trump y Harris, dinámica que ya tiene como consecuencia un incremento en la polarización de la sociedad norteamericana y que ha llevado a las agendas electorales a posiciones incluso radicales en torno a los temas que más debate abren entre los republicanos y los demócratas, entre ellos: los conflictos en Israel y en Ucrania, el fentanilo, la migración y la guerra comercial.  

Para hacer más inteligible este complejo fenómeno que se despliega entre las reformas internas de México, las elecciones estadounidenses y la economía regional, voy a plantear tres claves enfocadas a brindar una perspectiva más clara.  

Primero, el grado de competitividad de la candidata demócrata, Kamala Harris, sacudió el tablero electoral después del debate y aumentó el temor de los republicanos a una posible derrota. El sistema estadounidense cuenta con un “colegio electoral” integrado por 538 “votos electorales” que provienen de todos los estados; el número de votos por estado depende del tamaño de su población. En contextos de alta competitividad, los estados conocidos como “swing state”, o entidades que no tienen una afinidad definida por algún partido en particular, cobran mayor relevancia. Así, los estados de Georgia, Arizona, Michigan, North Carolina y Wisconsin resultan claves para ganar la elección, pero Pennsylvania se hace prioridad por ser el “swinger” que más votos electorales tiene.  

Este panorama que le da posibilidades de victoria a los demócratas (competitividad en el bipartidismo) genera tanta crispación que, si tomamos como referencia el asalto al Capitolio por una multitud de simpatizantes republicanos al cierre de la elección pasada y los discursos provocadores de Donald Trump, es posible identificar un fenómeno de normalización de la violencia política que se ha ido entramando en el sistema de partidos, impulsado entre los simpatizantes republicanos por la narrativa del enemigo interno, los demócratas, y del enemigo externo, dirigido hacia los migrantes. Esta -llamada por algunos- escalada discursiva o subida de tono en el republicano reaccionario, podría generar, como ya ocurrió en el pasado, un conflicto poselectoral de presentarse un cerrado triunfo demócrata.  

Segundo. Después de 16 años consecutivos, China dejó de ser el principal exportador de productos a Estados Unidos en 2023. Mientras el gigante asiático logró exportar bienes por un valor de 427,200 millones de dólares, México lo superó con un monto de 475,600 millones, según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos. Para nuestro país, el hecho de ser el principal socio comercial de la economía más grande del mundo implica un grado muy alto de codependencia de los mercados, lo que parece alejar la posibilidad real de una ruptura o un desgaste profundo en las relaciones económicas entre ambos países como resultado de reformas del sistema de justicia mexicano o la real afectación que estas conllevan a la calidad de nuestra democracia.  

En este punto, para diferenciar el discurso de la realidad, están los datos. La narrativa empleada por gobernadores como Greg Abbott de Texas, quienes arremeten contra los migrantes/narcotraficantes, se antoja menos drástica si observamos que México es el primer lugar de su mercado de importación. Lo mismo ocurre si observamos que mientras Donald Trump amenaza con que México pagará el muro fronterizo, la realidad es que los migrantes indocumentados le aportan 96,700 millones de dólares en impuestos federales al Gobierno. A ello debemos agregar que los ecos electorales que llegan a México desde nuestro vecino del norte no configuran necesariamente el escenario de la discusión pública que se tiene hoy en el marco de su contienda electoral, que está determinada en una buena parte por su preocupación respecto a la inflación, el empleo y la calidad del mismo, particularmente en las comunidades hispanas, y no tanto por nuestra política interna. Mucho se dice que la tensión que generan las recientes decisiones y las reformas promovidas por el Gobierno de México tendrán repercusiones en algunos términos del T-MEC, sobre todo las declaraciones sobre adoptar una postura de sustitución de importaciones o algunos casos de expropiación; sin embargo, debemos recordar que si estos casos llegan al grado de controversia, deberán ser resueltos en paneles de acuerdos comerciales y solo representarían un caso particular dentro de una industria en la gran relación económica trilateral.  

Tercero. Finalmente, México no ha ignorado por completo las alarmas que se han encendido en el marco de las reformas y las elecciones de Estados Unidos. Ha buscado dar certeza a los acuerdos comerciales a través de nombramientos para el futuro gabinete federal, como el de Marcelo Ebrard en la Secretaría de Economía, perfil que suma una amplia experiencia en la relación bilateral, y que seguramente buscará que nuestro país logre aprovechar las ventajas competitivas que se le presentan por el “nearshoring”, el conflicto comercial China-Estados Unidos y la ampliación de la plataforma logística que conlleva el desarrollo de corredores industriales y de transporte de mercancías en el país.  

Si bien la incertidumbre y las preocupaciones son legítimas en materia económica, en tiempos de incertidumbre como los que vivimos, es vital evaluar las implicaciones concretas que conllevaría para las economías de ambos países una posible afectación al arraigo comercial que tenemos con Estados Unidos. Dar cuenta de la magnitud de los lazos nos permite ver la diferencia entre la intención del discurso político y el hacer económico.

@DelToroIsmael_

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