2022 otro año para aprender
Cada año, al igual que cada etapa de la vida, incluso cada día, los vestimos de ilusión, a pesar de la incertidumbre que traen consigo.
Pero una vez y otra nos sentimos defraudados, desconsolados y en ocasiones hasta frustrados porque nada resulta conforme a nuestras expectativas.
No obstante, es preciso reconocer ciertos aspectos demasiado evidentes y casi siempre postergados o echados en saco roto.
Es un hecho que la vida constantemente nos está dando lecciones muy sabias, y también es verdad que casi nunca aprendemos.
Todo esto lo constatamos con extremada clarividencia a partir de estos eventos de pandemia que tanto y tan duramente nos siguen castigando...
Llegaron eventos tradicionales y con ellos las fiestas, vacaciones, viajes, reuniones a las que no supimos o no quisimos renunciar y las consecuencias las estamos sufriendo.
La luz de Dios nos ilumina y constantemente llega al corazón para indicarnos qué es lo mejor, pero como nosotros sabemos más que Él, optamos por no hacerle caso.
La Verdad, la Justicia, el Amor, el Respeto, la Paz, no entran en nuestro léxico, menos aún en nuestras normas de conducta.
Lo único que soñamos es “volver a la normalidad” a la de antes, sin percatarnos que aquello ya no era ni normal.
La Biblia nos dice que los mandamientos fueron dados por Dios a Moisés para el pueblo; pero civilizaciones muy antiguas ya tenían también sus normas muy bien estructuradas y bastante semejantes.
No mentir, no robar, no matar, son rieles indispensables para crear la paz. La Fidelidad, el respeto a la persona y a la propiedad ajena, son elemento de la más elemental justicia.
Muchas otras normas a veces demasiado elementales, las saltamos olímpicamente sin darles importancia.
Por ejemplo: me encuentro con una persona, casi choco, y ni le digo: “buenos días”… Ceder el paso, circular por la derecha, aun cuando vamos a pie, o al subir o bajar una escalera, ofrecer un lugar en el transporte… son signos elementales de que un individuo es “persona”.
Ya no se diga devolver lo que encuentras, incluso con identificación. Ayudar desinteresadamente a quien vemos que lo necesita…
En fin, son tantas y tantas las pequeñas cositas y detalles que nos definen, y si no aprendemos las elementales, cómo vamos a escalar niveles superiores en los cuales ya el aprendizaje requiere más capacidad para discernir lo que es natural de lo que es espiritual y lo que es todavía más elevado.
Si no queremos aprender a obedecer lo simple y elemental de los protocolos de cuidado para la pandemia, menos aún vamos a aprender a respetar y obedecer las normas que nos llevan por senderos más elevados y sublimes que conducen a los ámbitos por donde Dios conduce a los seres superiores que deciden seguirle con amor.