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2019, el año de la furia

El clima de tensión que se dio entre el Presidente Andrés Manuel López Obrador y las y los gobernadores en la cuadragésima quinta sesión ordinaria del Consejo Nacional de Seguridad Pública del miércoles pasado, es la más clara prueba de que ninguna de las estrategias para enfrentar a las bandas delincuenciales, ni a nivel federal ni a nivel estatal y municipal, ha dado resultados.

Lo preocupante es que también es reflejo de que la coordinación de esfuerzos para hacer un solo frente contra el crimen y el delito, que tanto presumen en el discurso, está lejos de darse en la realidad, para júbilo de las mafias que siguen delinquiendo sin freno y amasando enormes fortunas con las que corrompen a gobiernos, policías, custodios, jueces y magistrados, y también con las que se arman hasta los dientes para superar el poder de fuego de las corporaciones policiales y fuerzas castrenses, y desafiarlos un día sí y otro también.

Pero no sólo eso. Son tales las ganancias del narco por la diversificación de sus actividades ilícitas, como el huachicol, el cobro de piso, el secuestro, el robo del transporte de carga, de autos y muchos otros delitos patrimoniales, que el lavado de dinero ha crecido exponencialmente y permeado en muchas comunidades, donde ya tienen una amplia base social.

Por eso el 2019 pasará a la historia como el año más violento. A nivel nacional el caso emblemático del desastre de la política de seguridad será el Culiacanazo, y a nivel local la ola de hallazgos de casas del terror y de fosas clandestinas con hasta 50 cadáveres, muchos de ellos desmembrados, así como los asaltos colectivos, serán la huella del andar delincuencial que tiene cada vez más atemorizada a la población.

Ante esta crisis de inseguridad, es altamente preocupante y desalentador que el debate entre el Presidente y las y los mandatarios estatales se quede en el tema de los recursos o en la asistencia, o no, a “las mañaneras” para ver los temas de seguridad personalmente tanto cuando se les cita en Palacio Nacional como cuando están comprometidos a hacerlo en sus entidades.

Si bien el llamado de AMLO a que prioricen el tema de la seguridad (y que no lo deleguen, sino que lo vean personalmente todos los días) es pertinente, lo cierto es que se tienen que hacer muchas otras cosas para cumplir con su promesa y deber constitucional de garantizar la seguridad de los mexicanos. En 2019 se levantó todos los días para ver con su Gabinete de Seguridad la situación del país, y ésta empeoró.

Por ello, hacen bien los gobernadores en decirle que no sólo con madrugar se resuelve el problema, pero también es claro que no sólo es dinero lo que falta para cumplir esta tarea en sus entidades.

El que ante la gravedad del problema de seguridad, el debate se quede en el dinero o a la asistencia, o no, a juntas mañaneras, y no en qué hacer para mejorar las policías, la generación de inteligencia y para acabar con la impunidad absoluta que tienen los delincuentes que casi nunca llegan a prisión, es lo que hizo que el 2019 haya sido el año de la furia. Si no reaccionan, el 2020 podría ser peor.

(Gracias por la compañía y la lectura este año. Les deseo amable lector, lectora, unas felices fiestas y nos reencontramos por aquí el 2 de enero).

jbarrera4r@gmail.com

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