Ideas

* Sobresaltos

Al final de cuentas, por fortuna, fueron más las certezas que las dudas…

México tenía la obligación de pasar a la segunda ronda de la Copa Oro con marca perfecta, y lo hizo. Al margen de las dificultades que le opusieron Canadá y Martinica -de Cuba puede decirse que no fue rival-, el “Tri” hizo la tarea. Liquidó esos compromisos con claridad en la cancha, aunque sin la contundencia en el marcador que hubiera sido de desearse, que anticipaban los observadores… y que cabía esperar, en función de los antecedentes históricos.

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Eso, en cuanto a las certezas. En cuanto a las dudas, por más que se elogie la inclinación de Gerardo Martino a emplear fórmulas más ortodoxas que las de su antecesor, Juan Carlos Osorio, en los dos compromisos más recientes hubo sobresaltos.

No hasta el punto de comprometer los resultados, ciertamente, pero sí hubo los suficientes como para reparar en que nuevamente ha habido insuficiencias a la ofensiva y parpadeos sistemáticos -falta de la aplicación deseable, en otras palabras- en el aspecto defensivo.

En el ataque, la falta de contundencia que quedó de manifiesto anoche en las oportunidades que Pizarro y Jona tuvieron en los minutos finales para dar a la victoria los tintes de goleada que, por los ya señalados antecedentes históricos, se habían pronosticado. A la defensiva, descuidos que hicieron apretados, por momentos hasta dramáticos, resultados que pudieron y debieron haber sido más amplios, más desahogados; menos sufridos, para decirlo pronto.

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Las diferencias entre México y Martinica, en materia de futbol, son abismales. Si en la cancha se redujeron hasta el punto de que la victoria del “Tri”, anoche, se logró por un solo gol apenas, fue porque se combinaron la aplicación, el orden, la disciplina táctica y el esfuerzo continuado -esto último, sobre todo- de los supuestos débiles, con la suficiencia, el desgano y aun la displicencia de los teóricamente fuertes.

El riesgo de que la lógica se quebrante, en todos los órdenes de la vida, ha sido ilustrado profusamente en la literatura. El pasaje bíblico de David y Goliath sería el ejemplo clásico; el de La Tortuga y la Liebre, referido por los fabulistas, otro…

Cuando de futbol se trata, México ha vivido en carne propia los suficientes quebrantos como para haber aprendido lo peligroso que resulta la tendencia a ver a ciertos rivales por encima del hombro.

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