Ideas

* Sanciones

Que el futbol es un deporte de contacto -a diferencia del volibol o el tenis, por ejemplo-, es del dominio público; que ese hecho, sumado a la velocidad y la fuerza que ocasionalmente imprimen a sus acciones los jugadores profesionales, principalmente, puede traducirse en lesiones serias, está documentado por las consecuencias de muchos de los choques que se producen en cada partido: desde la necesidad de interrumpir el juego para que los lesionados reciban atención médica, hasta secuelas más graves: la necesidad de tratamientos médicos prolongados y aun intervenciones quirúrgicas… e incluso, en casos extremos, el retiro por la incapacidad para continuar en el ejercicio del deporte.

Sin perjuicio de que haya, ocasionalmente, acciones de mala fe, se admite como una regla que un futbolista no tiene, vía de regla, la intención de causar una lesión grave, incapacitante, a un compañero de profesión; ni siquiera en el caso de que haya una rivalidad extraordinaria entre sus equipos -el “Clásico” América-Guadalajara, por ejemplo- o de que vaya en juego algo trascendental -un título, verbigracia- en el partido que estén disputando.

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Valga todo lo anterior como preámbulo al tercer acto del lance en que participaron el “Pollo” Briseño y Giovani dos Santos en el “Clásico” del sábado en el Azteca…

El primero fue el lance mismo, en que hubo consenso en que el zaguero del Guadalajara actuó temerariamente; con fuerza desmedida; sin medir los riesgos, principalmente -en el caso- para el adversario. El segundo fue la atención médica que se dio al jugador americanista y la intervención quirúrgica a que fue sometido. El tercero, el dictamen de la Comisión Disciplinaria, que impuso dos partidos por el “juego brusco grave” que reportó el árbitro, y dos más, en aplicación de los atributos que el Reglamento de Sanciones le confiere, por la gravedad de la lesión.

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En otros temas derivados de los partidos del pasado fin de semana, 1) quizá la diferencia entre la victoria de los “Tigres” y la derrota del Monterrey haya estado en los aciertos de Nahuel Guzmán y los errores de Marcelo Barovero;  sin embargo, el técnico del Monterrey, Diego Alonso, paga los platos rotos al precio de su cese; y 2) habrá que esperar mano dura de la Federación para erradicar expresiones racistas como las de algunos aficionados de San Luis contra Miller Bolaños, de Tijuana… aunque paguen justos por pecadores.
 

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