* Sainete
Pues sí: “Donde las dan, las toman”, como luego dicen...
Si las notas positivas de la segunda jornada del Torneo de Apertura fueron la victoria -sorpresiva pero justa- del Guadalajara sobre los “Tigres” y el protagonismo que en ese encuentro consiguió el “Pollo” Briseño al debutar en un partido oficial anotando el gol que puso a las “Chivas” en el camino del triunfo, también las notas más negativas se produjeron en ese encuentro: una, la entrada violenta de Salcedo sobre Pérez, que le ganó al primero la tarjeta roja y -como señaló “Tuca” Ferreti en la entrevista posterior- redujo sensiblemente la posible reacción de su equipo; otra, el “show” de Tomás Boy, al enfrascarse con André-Pierre Gignac en un altercado verbal más propio de parroquianos de cantina arrabalera que de respetables (y aun admirables) profesionales del futbol.
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Menos mal que el actual timonel del Guadalajara tuvo la honradez de aprovechar la presencia de los reporteros en el cuartel de su equipo, ayer, para reconocer que no es la primera vez que su personalidad, tendiente a la soberbia, y su temperamento, proclive al descontrol, le juegan una trastada, y pronunciar, públicamente, el correspondiente “mea culpa”.
La expresión latina, que se atribuye a San Agustín, ya traducida al español asevera que “Errar es humano; perseverar en el error, diabólico”. Así, aunque el daño ya está hecho -en parte porque el sainete le ganó un partido de suspensión... y en parte porque su acto de contrición no borra del todo la mancha que su arrebato ocasionó en su imagen-, Boy confirmó que, explosivo, egocéntrico y todo lo que se quiera, también es un profesional del deporte lo suficientemente inteligente para procurar aprender de sus errores.
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“Engancharse”, como él dijo, tratando de convertir el paso de Gignac -a todas luces brillante y exitoso- por la historia de los “Tigres” en una contienda personal, con él como adversario, y subirse al ring para protagonizar un altercado verbal, es, por donde quiera mirarse, una absoluta tontería. Cuando Boy cerró su carrera como jugador de los “Tigres”, hace 31 años, Gignac tenía dos años de edad. Y si algún motivo tenía Gignac para referirse respetuosamente a Boy, como figura del pasado, cuando rebase su marca de 104 goles con el equipo reynero, el mismo Boy, con su desplante indigno, estropeó la relación entre ambos y canceló la posibilidad de que así ocurra.