* Sabor amargo
Una versión del refrán sostiene que “pa’l buen cazador, cualquier lagartijo es pieza”; otra, por el contrario, que pa’l mal cazador…”, etc.
Aplicado al desenlace, la noche del miércoles, del Torneo de Copa, hay quienes consideran que los festejos por la coronación del América se justifican… y quienes estiman que es una pena que un equipo que cuenta con uno de los planteles más ricos del futbol mexicano y que está diseñado para ser protagonista en todos los torneos en que participa, apenas haya ganado, con un gol de penalti -discutible, además- al equipo que ocupa el modesto 14º. lugar en el tabulador de la Liga de Ascenso.
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Los pronósticos que asignaban al América el rol de las escopetas y a los “Bravos” el de los patos, sólo se hicieron efectivos en lo que atañe al resultado. En cuanto al trámite del partido, hubo consenso en que el flamante campeón de Copa pasó “de panzazo”.
Si suele decirse que la lógica y la ética del deporte se condensan en la frase de “Que gane el mejor”, quizá valga decir que, en este caso concreto, ganó el menos malo: el que tuvo, en el curso de un partido ríspido, vulgar, anodino (incoloro, inodoro e insípido, para ser exactos), indigno de su calidad de Final, una ocasión caída del cielo, obsequiada por el azar, para inclinar la balanza de su lado... y la aprovechó -¡habría sido escandaloso si no lo hubiera hecho!- para escribir la historia.
Hay, por supuesto, una fórmula infalible para que Miguel Herrera, sus jugadores, dirigentes y simpatizantes tapen las bocas de sus críticos: ganar, también, el Torneo de Clausura cuya etapa clasificatoria se encuentra en plena recta final… Si ese objetivo no se logra, la conquista del título de Copa removerá en la memoria de las huestes americanistas un sabor amargo.
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En tanto, empieza la cuenta regresiva para el binomio que Tomás Boy y el Guadalajara integran desde que se tomó, a media semana, la sorpresiva decisión de poner en manos del primero el timón de las “Chivas”. Cuenta regresiva, vale puntualizarlo, no con respecto al partido de mañana sábado en Morelia, sino de lo que resta -cuatro jornadas- de la etapa clasificatoria.
Aplica al caso la analogía de que “El Jefe” recogió un cartucho de dinamita encendido... y reconocer que para eso se necesita ser valiente. O temerario, de plano.