* “Recalentado”
A ver: una cosa es que el Guadalajara haya ganado con absoluta legitimidad a los “Tigres” -campeones defensores, valga el subrayado-… y otra muy diferente que sus legiones de simpatizantes puedan proclamar que “de aquí pa’l real…”.
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Sin dejar de reconocer la validez de los argumentos de “Tuca” Ferretti, técnico de los “Tigres” para sostener que su equipo, en el segundo tiempo, aun con un hombre menos, jugó mejor que los rayados, también hay que poner en la balanza los elementos de juicio que permiten calificar de legítimo el triunfo de las “Chivas”.
A saber:
- En las jugadas a balón parado -“de táctica fija”, dicen los expertos-, y muy particularmente en los tiros de esquina, los servicios a pierna cambiada -de Brizuela (diestro) por la izquierda y de “Chofis” López (zurdo) por la derecha-, siempre dieron sensación de peligro. Uno de ellos, por señal, rematado por Briseño, dio al Guadalajara su primer gol.
- la superioridad numérica influyó, ciertamente, en el trámite del partido. Ese factor, en todo caso, debe consignarse como craso error de Salcedo -como el de “Toño” Rodríguez en el primer gol del Santos Laguna en la primera jornada-, al hacerse expulsar, y de ninguna manera como decisión errática -o, peor aún, dolosa- del árbitro.
- El trabajo defensivo de los rayados -sin oír el canto de las sirenas y querer modificarlo en función de la señalada superioridad numérica- fue, esta vez, punto menos que perfecto.
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Sin embargo, más allá del legítimo derecho de Tomás Boy y de los devotos de la causa a cacarear el huevo, aún no es tiempo de echar a vuelo las campanas. Tampoco debe darse por sentado que ya quedó atrás, definitivamente, la etapa incierta que hasta la semana pasada tenía preocupados a los mismos “chivahermanos” que festejaron la victoria dominical, como festejaron la victoria sobre el León -invicto en 12 jornadas- en la recta final del precedente Torneo de Clausura.
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El funcionamiento colectivo del Guadalajara volvió a dejar muchas incógnitas abiertas. La mayoría, con respecto al aspecto ofensivo...
Como desde la era de Saturnino Cardozo, en la de Tomás Boy no aparecen con la frecuencia deseable la calidad individual ni los trazos colectivos que permitan llegar con claridad -y con perspectivas, por tanto- al gol.
Y sin gol -¿quién lo ignora…?- no puede soñarse en victorias… ni, mucho menos, en títulos.