* ¿Qué sigue?
Los médicos coinciden con los publicistas de cierta marca cervecera: “Todo con medida”…
Así como hace dos años había motivos para desgarrarse las vestiduras por el 7-0 adverso ante Chile en la Copa América Centenario (18 de junio de 2016), y hace uno los había para hacer otro tanto a raíz del 4-1 adverso ante Alemania en la Copa Confederaciones (29 de junio de 2017), ahora los hubo para lanzar cohetes y echar a vuelo las campanas. La victoria del domingo sobre Alemania en el Mundial de Rusia fue pretexto más que válido. Lo fue más que cuando los resultados de la eliminatoria concentraron a miles de aficionados en los consabidos “manifestódromos” (El Ángel en la capital, La Minerva en Guadalajara…) para celebrar que “Nos vamos al Mundial”.
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Ganar el partido que parecía imposible, porque las estadísticas y la lógica así lo sugerían, no debe interpretarse como una invitación a echarse en la hamaca ni a dar por descontado que resolver los siguientes compromisos será cuestión de soplar y hacer botellas.
Aunque jugadores y críticos alemanes coincidan en que la suya fue una jornada atípica por errática, la victoria de México fue legítima. Ese triunfo implica el compromiso de apretar las clavijas para conseguir los resultados que se antojaban factibles ante los dos rivales que desde el sorteo de los grupos parecían más propicios. (Corea del Norte está clasificada como 57 en el ranking de la FIFA; Suecia ocupa el peldaño 24. México, por si ya se ha olvidado, está en el lugar 15; Alemania, en el primero).
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Estudioso, metódico como es, seguramente Juan Carlos Osorio integró sendas carpetas con las fortalezas y debilidades no solo de los adversarios que México encontraría en la primera ronda, sino de los que pudiera enfrentar en las siguientes fases del Mundial. Contra Alemania ya se hizo la tarea. Falta hacerla en los otros dos compromisos, a partir del estímulo por partida doble que representa el buen principio que se tuvo:de entrada, haber aprobado el examen que parecía más complicado; y a continuación, a partir de la ventaja que ya se tiene, tratar de terminar primero en el grupo… lo que permitiría, teóricamente, eludir a Brasil como adversario en el cuarto partido y acrecentar la posibilidad de llegar al quinto e incluso más allá; (procurando, claro está, no seguir el necio ejemplo de La Lechera del cuento).