Ideas

* Promesas… e incógnitas

El Guadalajara —en teoría, al menos—, robusteció sus perspectivas, para el inmediato e incluso para los siguientes campeonatos, a base de promesas; el Atlas, en tanto, alimenta las ilusiones de sus simpatizantes… a base de incógnitas.
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Sin ánimo de chotear la mercancía, parece claro que hay notables diferencias, tanto en lo cuantitativo como —sobre todo— en lo cualitativo entre las caras nuevas que presentarán rojiblancos y rojinegros en el inminente Torneo de Clausura. Aquéllas serán ocho; éstas, cuatro. Las primeras corresponden a jugadores cuyo historial permite considerarlas estelares; las segundas (Abella, Acosta, Conti y Jeraldino), a futbolistas de fuste más modesto.

Los resultados de uno y otro en los partidos de pretemporada son irrelevantes. Si ahora se pregona que los rayados terminaron invictos ese ciclo, vale recordar que el Atlas, en el pasado, varias veces sacó 10 de calificación en esa etapa… y a la hora de la verdad estuvo —como ha sido la constante en su accidentada historia— más cerca del infierno que de la gloria.
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Bien. El caso es que si el Guadalajara dio tanta o más materia prima informativa que los finalistas del Torneo de Apertura, y sus dirigentes asumen abiertamente el compromiso de volver a ser protagonistas del campeonato, como en sus mejores tiempos, el Atlas, en vísperas de su debut —ante el Cruz Azul, el sábado en el Estadio Azteca— ya hizo públicas sus metas para dicho certamen…

La primera consiste en clasificar a la “Liguilla”… a sabiendas de que la mayoría de las plazas parecen estar reservadas para los consabidos Monterrey, “Tigres”, América, Santos Laguna, León… y eventualmente Guadalajara y Cruz Azul: siete en total… sin contar a los Querétaro, Necaxa y Morelia (con los que serían diez) que se colaron a la “Liguilla” más reciente.

La segunda, en desembarazarse del fantasma del descenso: una constante histórica del equipo desde que formaba parte del club y que se mantuvo a pesar de la decisión (“dolorosa pero necesaria”, se dijo entonces) de poner la franquicia en otras manos.

Y la tercera, dar oportunidad a jugadores surgidos de la propia cantera rojinegra… en la hipótesis de que ésta vuelva a ser, como en los lejanos tiempos de María Canica, una de las mejores de México.
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Moraleja del cuento (tomada de las coplas del Sapo Cancionero): “…Que la vida es triste si no la vivimos con una ilusión…”.
 

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