* Pluma roja
¿Qué utilidad práctica tuvo para la Selección mexicana la victoria de anoche sobre su similar (es un decir…) de Bosnia y Herzegovina?
En efecto: el resultado; la victoria, prácticamente obligada ante un “sparring partner” de categoría juvenil y de un rango bastante modesto…, y pare usted de contar.
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Parecía, por la agresividad que mostró en las primeras escaramuzas, que el examen sería propicio para el lucimiento del Tri en lo colectivo, y de algunas individualidades en lo particular. Sin embargo, ni los remates —de zurda los tres— de Elías, Vela y Giovani en los primeros cinco minutos, ni los balones a modo que tuvieron Aquino, Pizarro, González y nuevamente Aquino en la fase complementaria, fueron resueltos como supuestamente deberían hacerlo jugadores que aspiran a participar en un Mundial.
En esas condiciones, el cabezazo de Ayala a tiro de esquina —rutinaria jugada de pizarrón… lo que ciertamente tiene su mérito: también eso hay que decirlo— valió para rescatar el resultado, cuyo beneficio se limita a los aspectos anímico y estadístico.
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Si es cierto, como dicen, que Juan Carlos Osorio emplea bolígrafos de colores para consignar los aspectos positivos (en azul) y negativos (en rojo) de sus equipos, es muy probable que en su cuaderno aparecieran esta vez más notas en rojo que en azul…
En azul, la disposición, la voluntad y la disciplina. Punto.
En rojo, la escasa creatividad, especialmente en el primer tiempo; la estéril posesión y circulación de la pelota; la falta de proyección ofensiva de los laterales Rodríguez y Gallardo; el descuido de Alanís que por un paso no le cuesta un penalti; la escasa personalidad de Elías y Pineda; la incapacidad de Gio y Vela para estar a la altura de sus mejores momentos como seleccionados nacionales.
En rojo también, la falta de ideas individuales y colectivas… hasta que Aquino y Pizarro, y en menor medida Jonathan González, cuando entraron de cambio, aportaron las dosis de chispa que generaron intentonas ofensivas que de ahí no pasaron.
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En el balance, considerando que enfrente había un equipo fuerte, correlón, combativo, pero tan limitado que nunca, olió el gol y sólo a rareza logró hilvanar cuatro pases, fue que no hubo un solo jugador sobresaliente; ninguno que, como se deseaba, llenara con caligrafía legible la solicitud para alguna de las contadas plazas que supuestamente aún están disponibles para el Mundial.