* Pifias arbitrales
El Atlas-Veracruz del viernes en el Estadio Jalisco pasó a la historia, en parte porque los rojinegros -con el dramatismo que es la marca de la casa- consiguieron al fin, después de doce intentonas fallidas, su primera victoria de la campaña, anotando en 90 minutos más goles que en los mil 80 precedentes, y en parte porque en ese encuentro operó por primera vez el VAR (por las siglas de Video Assistent Referee) en el futbol mexicano.
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A reserva de las innovaciones técnicas que lo perfeccionen y de la destreza que al paso del tiempo adquieran los silbantes para valerse de esa herramienta novedosa que jamás habrían imaginado los inventores del deporte, tanto los críticos como los ex árbitros que ejercen en los medios como analista del desempeño de sus colegas, coincidieron en que la aplicación del VAR, en ese partido concretamente, distó mucho de propiciar un desempeño perfecto, impecable, del réferi (Adonaí Escobedo), y de dejar convencidos, a vencedores y vencidos, de que el resultado había sido incuestionable, y de que todo mundo podía irse a la camita con la expresión apacible del día de su Primera Comunión.
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En la primera acción de ese partido sometida a la revisión del VAR, la supuesta falta de un zaguero del Veracruz sobre un atacante del Atlas, en el área, fue inexistente. Así, aunque fue el primer silbante mexicano que tuvo la oportunidad y el privilegio de ver atenta y cuidadosamente -se supone- la repetición de la jugada, para reducir el margen de error en su sentencia, Escobedo metió el choclo… Menos mal -“justicia inmanente”, proclamarían algunos- que el portero detuvo el disparo e impidió que el atropello se consumara.
En la siguiente acción que ameritó revisión (el segundo penalti a favor del Atlas fue tan obvio que no la requería), Escobedo sancionó una mano de Leiton Jiménez que no podía ser “deliberada” -como exige la regla-, en parte porque al saltar perdió de vista la pelota (de hecho, le dio la espalda)… y en parte porque previamente recibió un empujón de un atacante adversario.
La falta, así, en todo caso, debió haberse señalado al revés.
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Nadie aseguró que el VAR desterraría para siempre los errores arbitrales… pero sí que, a la larga, la innovación, sin erradicar las polémicas y desacuerdos que son la salsa del futbol, dejará más beneficios que perjuicios.