* Nota reprobatoria
Hasta donde pudo percibirse, la derrota de la Selección mexicana ante su similar de Uruguay, la noche del viernes en Houston, se tomó con naturalidad… Nadie despotricó contra Ochoa ni contra los zagueros que aflojaron las marcas, se movieron en la barrera o cometieron las faltas -un penalti entre ellas- que determinaron la derrota y propiciaron la goleada. Nadie, ni en las tribunas del estadio ni en ninguna parte, encabezó manifestaciones exigiendo que a “Tuca” Ferretti se le despida como técnico interino, con cajas destempladas.
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Se entendió, por lo visto, que se trataba de un partido amistoso cuya principal utilidad sería la posibilidad de probar a jugadores que hacen sus primeras armas como seleccionados nacionales (Rodríguez, Angulo, Gutiérrez, Guzmán, Zaldívar, Lainez, González y Alvarado, concretamente), y que en el futuro serán presencias habituales en el “Tri”.
Se entendió asimismo que el del viernes fue el primer paso de un proceso que se extenderá hasta el Mundial de Qatar 2022 y abarca múltiples compromisos… Se entendió, pues, que el juicio definitivo deberá hacerse al final, y no al principio del mismo.
También, según todos los indicios, se comprobó la superioridad de la actual selección de Uruguay sobre la de México; se reconoció que no es gratuito que los charrúas tengan hoy en día un rango superior incluso al de los dos históricos “gigantes” sudamericanos (Brasil y Argentina); que no en balde todos los uruguayos convocados para ese encuentro, son figuras -y aun estrellas de primera magnitud, como Luis Suárez- en equipos importantes de las principales Ligas de Europa y Sudamérica…
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Bien. Más allá de los atenuantes que permitieron que en el juicio de la opinión pública a Ferretti hubiera la benevolencia que no hubo con Juan Carlos Osorio en ocasión de las derrotas ante Chile (7-0) en la Copa América Centenario de hace dos años y Alemania (4-1) en la Copa Confederaciones del año pasado, hay que admitir que ni Ochoa estuvo en una de sus mejores tardes, ni Ayala fue mandón en el cuadro bajo, ni el “Chucky” fue el que suele ser en Holanda, ni Elías Hernández o Lozano pesaron en la cancha, ni Jiménez y Pulido son cheques al portador pagaderos por goles… y, en consecuencia, por victorias.
O sea que hubo elementos sobrados, el viernes, para asignar la nota reprobatoria al examen presentado por el “Tri” ante un sinodal que le quedó grande.