Ideas

* Manos vacías

Contados desde abril, cuando ganaron el título de la Concacaf, fueron ocho meses de acumular ilusiones en las alforjas que llevarían al otro lado del mundo… y regresaron con las manos vacías.

José Saturnino Cardozo, su técnico, apeló -fueron sus palabras- al carácter y a la personalidad de los jugadores para rescatar al menos el modesto quinto lugar entre los seis participantes en el Mundial de Clubes del que se habían soñado finalistas…

En la instancia decisiva del partido de ayer, contra un modesto equipo tunecino, carácter y personalidad fueron precisamente las principales carencias de los jugadores del Guadalajara. Justamente porque faltó lo que es fama que se le pone al rompope, a Marín, Van Rankin y Brizuela les temblaron las piernas y malograron, en las series de penalties, la posibilidad de volver a casa siquiera con el premio de consolación; con el reintegro de la Lotería.

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Habrá quien señale que, después de todo, también el River Plate, flamante campeón de la tormentosa Copa Libertadores, desperdició, igualmente en series de penalties ante otro “colado” en el torneo, las facilidades que se dispensan a los protagonistas de Sudamérica y Europa para disputar la final.

Como luego dicen: “Mal de muchos…”.

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Lo cierto es que, más allá de los resultado -que podrían maquillarse con el argumento de que no siempre gana el mejor-, el desempeño del Guadalajara fue decepcionante.

Si la ramplona final del Torneo de Apertura, entre América y Cruz Azul, mostró la mediocridad del nivel del fútbol que se juega en México, las carencias exhibidas por el Guadalajara retrataron de cuerpo entero la estatura del fútbol mexicano propiamente dicho.

Tanto en el primer partido, ante el Kashima Anters nipón, como en el segundo, ante el Esperanzas Deportivas de Túnez, las “Chivas” abrieron temprano el marcador. Tenían, pues, la posibilidad de manejar los dos encuentros, a partir de la vieja e indiscutible premisa de que “el gol es el táctico por excelencia del fútbol”…

Si fueron incapaces de capitalizar los riesgos que los adversarios estaban obligados a correr para levantarse de la lona, no fue por falta de actitud; si malograron las escasas ocasiones de acrecentar la ventaja que tuvieron, tampoco. Fue por lo mismo que no han sabido ser protagonistas y han tenido que resignarse a ser simples extras en los tres más recientes torneos domésticos: falta de calidad. Punto.
 

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