* León, herido...
Las crónicas del primer partido de la final del Torneo de Clausura del futbol mexicano que se difundieron por el mundo -por todo el mundo hay mexicanos… o aficionados de todas las nacionalidades interesados por lo que pasa en el futbol mexicano-, dieron cuenta 1) de que el encuentro se resolvió por 1-0, 2) a favor de los “Tigres” dirigidos por el brasileño Ricardo “Tuca” Ferreti, 3) con gol del francés Gignac, 4) tras un rebote del arquero a disparo del colombiano Luis Quiñones; 5) que el ecuatoriano Ángel Mena y el tico Joel Campbell perdieron las mejores oportunidades de vencer al argentino Nahuel Guzmán que tuvo el León, y 6) que el también ecuatoriano Enner Valencia, dos veces y el mismo Gignac, otra, malograron las situaciones más propicias que tuvieron los “Tigres” para ampliar su ventaja.
Las únicas alusiones a mexicanos, en esas crónicas, se refirieron a Macías, ausente en el ataque del León por haberse reportado a la Selección que disputa el Mundial Sub-20 en Polonia, y a Ignacio Ambriz, técnico de los “Panzas Verdes”.
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Con respecto a la situación en que queda el desenlace del campeonato, dos tópicos resultan inevitables: el primero, que “la moneda está en el aire”; el segundo, que “el León está herido… pero aún vivo”.
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Hay, obviamente, un amplio margen para las especulaciones de los “expertos”. Para plantear, por ejemplo, el riesgo de que los “Tigres”, el domingo, asuman la actitud extremadamente cautelosa que les permitió pasar a la semifinal, manejando el 1-1 global ante el Monterrey por la ventaja de la mejor posición en la tabla, con el riesgo de que el espectáculo se vaya al caño.
Esas especulaciones, por lo demás, se basan en los antecedentes de “Tuca” como técnico “resultadista”, maestro en el oficio de imponer a sus jugadores la disciplina táctica más adecuada para el manejo de las circunstancias -el gol de ventaja en el marcador global adquirido el jueves-… y que de ninguna manera dará a los Gignac, Vargas, Valencia, Zelayarán y anexas la consigna de jugar a “¡Viva la Virgen!”, con profusión de listones, fuegos de artificio, música de banda y flores a porfía.
Pero también hay, por contrapartida, la perspectiva de un gol del León -si tempranero, tanto mejor-, que salve al partido de la condena a ser recordado solamente por el resultado.
Así sea.