Ideas

* La otra cara

Se impone replantear el desenlace de la consabida definición humorística de futbol: “…y al final pierde Alemania”: (o mejor aún “…y al final gana México”).

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La historia —lo que va de la historia— ameritaba, más que un cronista, un escritor de comedias de enredos. La síntesis de la misma fue que México, incapaz de trabajar siquiera el empate que lo proyectaba a la siguiente ronda, lo recibió por obra y gracia de una de las campanadas más rotundas de este y de todos los Mundiales. Alemania era “fija” en la quiniela; primero, por ser el campeón defensor; segundo, porque el rival era Corea del Sur; tercero, porque supuestamente ya había pagado, con su derrota frente a México en el primer partido, la cuota correspondiente a la maldición de los campeones;  pero, principalmente, por ser Alemania. Y, venido a ver...

Los estadísticos consignan que en los cinco mundiales —incluido el actual— disputados en lo que va del siglo, cuatro campeones defensores —salvo Brasil, monarca en 2002— tropezaron en la primera ronda del siguiente torneo. Francia, campeona en 1998, sólo consiguió un punto en 2002; Italia, campeona en 2006, sólo ganó dos puntos en 2010; España, campeona en 2010, fue vencida y superada en su grupo por Holanda y Chile en 2014. Y ahora Alemania... con el agravante de que no perdió al final —como en la broma de las primeras líneas— sino desde el principio… y ante rivales a los que quizá llegó a ver por encima del hombro.

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¿Y México…?

Después de atizar la primera gran campanada de este Mundial y de refrendar ante Corea la buena imagen que dio entonces, el “Tri” mostró la otra cara de la moneda: la que había mostrado cuando sucumbió ante Chile (7-0) y Alemania (4-1), en las jornadas más aciagas de la era de Juan Carlos Osorio.

Más allá del verbo del técnico colombiano, de la fe ciega de sus jugadores en sus métodos y consignas, y de los logros obtenidos en la eliminatoria y en el arranque del Mundial, el cuadro mexicano volvió a mostrar flaquezas que se creían superadas: desubicación colectiva y yerros individuales en una defensa a la que el 3-0 le salió barato (la mano del “Chicharito” en el área “sí era penal”), e inoperancia en un ataque desprovisto de ideas, de chispa y, por lo consiguiente, de contundencia.

Y ahora… Brasil —¡gulp!— en la agenda.

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