Ideas

* Juguete caro

Si consultar la tabla de posiciones al término de cada jornada ha sido rutina invariable para los aficionados al futbol, desde que la gran industria del deporte incorporó ingredientes adicionales, como el costo (en dólares o en euros) de las franquicias en el mercado, dichos ingredientes se han convertido en un punto de interés –o de morbo— adicional…

Lo de menos es que esas cifras resulten inaccesibles, incomprensibles para los aficionados… ni que estén a distancias siderales de las referentes a los clubes más ricos del mundo –Real Madrid y Barcelona, para ponerles nombre y apellido—, e incluso que aun las franquicias más costosas del futbol mexicano estén por debajo del costo de un solo jugador descollante –Messi, Ronaldo, Mbappé...— de esos clubes que, en efecto, parecen ser de otra galaxia.

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Mucha agua ha pasado bajo el puente desde que en el futbol mexicano empezaron a manejarse cifras millonarias… en pesos.
Hace sesenta y tantos años, cuando empezaba el ciclo del “Campeonísimo”, el Guadalajara conmocionó al medio al adquirir la carta de Héctor Hernández, del Oro…  en 50 mil pesos de entonces.

Dos o tres años después, Chava Reyes y el mismo Héctor dieron la nota al negarse a jugar si sus dirigentes no les homologaban el salario con los de los brasileños del América (Zague, Moacyr y Vavá): mil dólares (12 mil 500 pesos de entonces) mensuales.

Al no conseguir el ascenso por la vía deportiva –perdió la final ante los “Tigres”—, la Universidad de Guadalajara ingresó a la Primera División adquiriendo la franquicia de los “Diablos Blancos” del Torreón… en tres millones de pesos: un desembolso que escandalizó a no pocos críticos de la ligereza con que “despilfarraba” el dinero una institución eminentemente educativa… pero que palideció cuando los mismos dirigentes desembolsaron un millón de pesos para adquirir del Guadalajara la carta de Nacho Calderón.

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Todos los equipos de Primera División que ha habido en Guadalajara han experimentado en carne propia la evolución del futbol profesional en México: las dos universidades se retiraron de la competencia; el Oro (después Jalisco) desapareció; Guadalajara y Atlas tuvieron que separarse de los clubes que les dieron origen.

Claras señales de que “el futbol es para ricos”, como dijera alguna vez el ingeniero Juan José Leaño… (o de que “si el futbol fuera negocio, lo estarían haciendo los bancos”, como decía Don Santiago Bernabéu).
 

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